Desde que se desveló hace 10 días que el elegido para ocupar el puesto de nueve en el mercado de invierno era Álvaro Morata, el barcelonismo vive dividido entre los acérrimos partidarios y los absolutos detractores hacia el delantero de la Roja. Los primeros, lo ven como el jugador idóneo para dar más versatilidad al juego de ataque y destacan que mejora notablemente la actual delantera, mientras que los segundos, subrayan la fama que le precede de jugador fallón de cara a puerta y proclive a los bajones anímicos cuando las cosas van mal dadas.

Entre estas dos aguas se ha ido moviendo la operación Morata, con el inconveniente añadido de que es propiedad del Atlético, pero está cedido a la Juventus hasta final de temporada, por lo que se ha de negociar a dos bandas.

Y para rizar más el rizo, el Barcelona está haciendo juegos malabares en su intento de inscribir a sus refuerzos. Ya sudó la gota gorda con Alves, inscribiéndolo a falta de ocho horas para el partido de Copa, y está pasándolas canutas con Ferran Torres, al que se quiere inscribir este mismo viernes para que pueda debutar el sábado ante el Granada.

Los haters de Morata aplaudieron con las orejas cuando escucharon al entrenador de la Juventus, Massimiliano Allegri, asegurar esta semana que el español no se movería del club italiano bajo ninguna circunstancia. También algún ‘totem’ de esta red social tan convulsa como apasionante, Twitter, dio el tema por cerrado ante tan tajante afirmación.

Sin embargo, ni Morata ni el Barcelona han dicho todavía la última palabra, por mucho que Allegri salga a la palestra para dar el asunto por finiquitado, más que nada porque muchos aún recuerdan que el mismo protagonista salió en agosto para desmentir públicamente que Cristiano Ronaldo marcharía de la Juve y seis días después estaba siendo presentado a bombo y platillo en Old Trafford.

En el Barcelona aseguran que Morata sigue siendo “una prioridad”, por lo que las palabras de Allegri suenan más como una cortina de humo que otra cosa, sobre todo pensando en los próximos partidos que ha de jugar la Juventus, principalmente la Supercopa el 12 de enero ante el Inter. De hecho, el acuerdo con el que llegó la entidad catalana con la turinesa especificaba que sólo tras la Supercopa le abrirían las puertas y también, siempre y cuando, tuvieran ya en sus filas a su sustituto (Mauro Icardi del PSG).

Xavi y Morata hablan casi todos los días, ya sea a través de llamadas o mensajes, para comentar la situación y el estado de las negociaciones. Por ahora, ni las palabras de Allegri han servido para variar un ápice la hoja de ruta: Morata está como loco por venir al Barça, Xavi lo quiere a toda costa, el Atlético ha dado el OK a la operación, aunque con reservas sobre la forma de ejecutar la opción de compra, y la Juventus le abrirá las puertas a partir del 13 de enero, siempre y cuando encuentre un reemplazo.

En el Barça nos corroboran que el gran obstáculo para cerrar la operación no es la Juve, sino conseguir hacer un hueco al internacional dentro de la engordada masa salarial, sin que peligre el Fair Play financiero. Hablando en plata, si consigue Mateu Alemany, ahora mismo lo más cercano a un ser divino dentro del club, dar salida a Umtiti o Dembelé, ya sea este último en forma de renovación o carta de libertad, el Barcelona podrá fichar a Morata.

Así pues, a todos aquellos haters de Morata que llevan unos días respirando aliviados y echando bilis a través de las redes sociales, recordarles que el que ríe el último, ríe mejor. Y puede que Morata y Xavi acaben este enero riéndose a carcajadas…