Nadie sabe qué va a pasar con Frenkie de Jong. De hecho, ni él mismo lo sabe. Uno tiene la sensación que nos encontramos en un multiverso de impredecibles consecuencias, que puede acabar con el jugador encumbrado en los altares o repudiado hasta por sus más acérrimos defensores.

Las alternativas son tan variadas que asustan. En un universo, el internacional holandés acabaría asumiendo una rebaja salarial y seguiría en el Barcelona como si no pasara nada; en otro, el jugador se acabaría enrocando, sin aceptar un traspaso y demandando al Barcelona por mobbing, mientras que en otro no tan lejano, Frenkie acabaría aceptando un traspaso y aligerando la masa salarial. Y hasta en otro, por qué no, se iría cedido a la espera de tiempos mejores para regresar.

Ahora mismo cualquier universo está abierto. Todos tienen argumentos en pro y en contra para convertirse en realidad. En unos, quien sale claramente favorecido es el Barcelona, en otros, hay una situación prácticamente de tablas, y en algunos, uno de los dos acabará mordiendo el polvo.

Evidentemente, de entre todos los universos alternativos posibles, el menos favorecedor para ambas partes es la posibilidad de entrar de lleno en los tribunales: primero, porque se trataría de un litigio largo y farragoso, y segundo, porque tanto la imagen de club como la del jugador quedaría seriamente afectada. Y es que una demanda por mobbing, es decir, por acoso en el trabajo, suele acabar de malas maneras, con secuelas y daños colaterales tanto por el demandante como el demandado. Sería, sin duda, una forma muy burda de acabar una relación que empezó hace tres años.

La mejor solución ahora mismo sería el traspaso. De esta forma, todos salen beneficiados. Por una parte el Barcelona, al recibir una importante cantidad de dinero --digamos en torno a unos 80 millones de euros-- además de ver cómo se aligera buena parte de la masa salarial, ya que el holandés es la ficha más alta de la plantilla. Además, el jugador no vería afectado su sueldo, sino que incluso aumentaría en su nuevo club, donde llegaría como un fichaje franquicia.

Y, para rizar el rizo, esta ingente cantidad de dinero, que llegaría a las arcas del club, permitiría abordar la madre de todos los fichajes: el centrocampista portugués del Manchester City, Bernardo Silva.