Una de las acusaciones más repetidas por los opositores a las anteriores juntas directivas que presidieron Sandro Rosell y Josep María Bartomeu era la de que actuaron siempre intentando destruir la herencia recibida en el 2010. Pues, bien, vamos a suponer que así fue aunque el último presidente acumuló 13 títulos con el primer equipo de fútbol en cinco años. Pero si aquellos tardaron años en cargarse esa herencia, los que acaban de llegar han derretido en un santiamén lo mejor que dejó Bartomeu. 

Cuando todos llegamos a pensar que la felicidad en el Barça volvía vestida de mujer, con un equipo que había impresionado en Europa, resulta que no era así. La voz cantante la llevan las capitanas que, excediéndose en sus funciones, exigen el cambio de entrenador. Y el bueno de Lluís Cortés va y presenta su dimisión con el argumento de que “el tiempo lo desgasta todo”, aunque hace unos meses había firmado para continuar un año más. Y puede que tenga razón. Es una frase muy parecida a la que en su día dejó escrita Pep Guardiola.

Este inesperado movimiento en el equipo femenino se une a los despidos de Nacho Rodríguez, Xavi Pascual, David Barrufet y García Pimienta, y hay que intentar justificarlos dentro de una de esas frases de Joan Laporta en las que acusaba a la anterior directiva de no tomar decisiones, y de que con su llegada al poder el club vuelve a tener un liderazgo al que no le temblarán las manos para actuar con determinación y firmeza. Y ya se sabe que cuando se toman decisiones de este tipo siempre hay uno que gana y otro que pierde.

Todo ello refleja el sino del barcelonismo actual, en el que la felicidad dura poco y la tristeza no parece tener fin, como cantaba Vinícius di Moraes. No le queda otra a la afición que mantener la esperanza en la promesa del presidente en que revertirá esta situación.