El entrenador catalán ha renovado su contrato con el Manchester City hasta el 2023. Si lo cumple, habrá estado un mínimo de 7 temporadas en el club inglés. En el Barça, a la cuarta temporada, en la que no ganó ni liga ni Champions, como le ha sucedido en esta última, dijo “me he vaciado”. Probablemente, lo que más le seduzca del City es que allí tiene un poder ilimitado, lo decide absolutamente todo. Y no tiene la exigencia ni la misma presión que hay en el Barça o en el Real Madrid. La prueba es que en los 4 años que lleva su equipo ha quedado eliminado de la Champions en octavos frente al Mónaco, y en cuartos ante el Liverpool, Tottenham y Lyon. No ha podido igualar las semifinales que por ejemplo sí alcanzó su predecesor, Manuel Pellegrini. Y allí no hay ningún entorno que lo discuta. Y parece tener un presupuesto ilimitado para fichajes. Por ejemplo, si comparamos el saldo resultante de compras y ventas de los últimos 4 años, ha invertido 270 millones más que el Barça, que ya es decir.

Su continuidad en Manchester no es ningún drama para el Barça puesto que él mismo ya dijo q no volvería al banquillo azulgrana y vuelve a ser coherente con su postura de no haber querido nunca interferir en procesos electorales. En 2012, él decidió tomar otro camino y el Barça debe seguir con el suyo. A ninguno de los dos les ha ido mal aunque el club azulgrana ha vuelto a ganar el triplete sin él, con la Champions de Luis Enrique, y en cambio, Guardiola no ha vuelto a levantar la orejuda. El Bayern de Munich conquistó el triplete, antes de la llegada de Guardiola, con Jupp Heynckes, y después de Pep, con Hans-Dieter Flick. Guardiola es un grandísimo entrenador con un palmarés excelente pero el Barça también ha seguido ganando sin él y no puede vivir permanentemente instalado en la melancolía. Y más, cuando han pasado ya 8 años desde que el de Santpedor decidió separarse del banquillo azulgrana para no volver, según siempre ha dicho él mismo.