Hace más de 20 años, en Barranquilla, mi tierra, una chica que no llegaba a los 18 años se inventó una historia por la que pasó a ser conocida por el nombre de “Barriga de trapo” en lugar de Liliana, que era con el que había sido bautizada. En un intento desesperado por no perder a su enamorado, que había dejado embarazada a otra mujer, dijo que ella también estaba en el mismo estado. Durante nueve meses aumentó su barriga, incluso consiguió que un médico diagnosticara que iba a tener seis hijos, lo cual causó un revuelo mayúsculo en la ciudad. El día que le iban a practicar una ecografía Liliana estalló de los nervios y reveló la verdad. Su barriga estaba llena de trapos y sabanas. La historia era tan creativa que hasta Gabriel García Márquez invitó a “Barriga de trapo” a un taller de crónica que dictaba para que explicara de dónde había extraído tanta imaginación.

Cuento esta anécdota, que fue portada en todos los diarios colombianos, porque durante el pasado mes de agosto, el periodismo deportivo ha vivido un embarazo falso cada día, que el presidente del Barcelona, Josep María Bartomeu, se ha encargado de desmentir en una entrevista en BarçaTV.

Es triste reconocer el ridículo que ha hecho la mayoría de la prensa y un buen número de periodistas en el pasado mes de agosto. Muy pocos no entraron al trapo ante la noticia que el fichaje de Antoine Griezmann era rechazado por las “vacas sagradas” del vestuario. Pero el rizo de publicar sin contrastar se lo llevan todos aquellos que día tras día colocaban en la barriga de la negociación por Neymar a más de un jugador. Un día era Rakitic, al otro era Dembelé, al siguiente Todibo, y el resto de la semana eran Rakitic, Dembélé y Todibo más una cantidad de dinero.

Resulta que sale Bartomeu, ante tres directores de periódicos deportivos, y lo desmiente todo, y tacha esas informaciones de leyendas urbanas. Y aquí no pasa nada. Nadie desmiente al presidente.

Hace unos días cayó en mis manos un discurso maravilloso que José Sanclemente dio en la Universidad de Sevilla. Habla de los retos y perspectivas de la prensa digital en España. No tiene desperdicio ninguna línea. Pero hay un párrafo que me llamó mucho la atención y con el que estoy totalmente de acuerdo. Comenta que la calidad de las informaciones se ha resentido de tal manera que la credibilidad de los periodistas, ya de por sí hace tiempo en entredicho, ha descendido hasta cuotas equiparables a la de los políticos. Y lo sostiene, entre otras cosas, en la falta de medios para contrastar las informaciones. En este sentido, creo que el periodismo deportivo catalán debe revisar urgentemente sus fuentes porque los filtradores o gargantas profundas, que los hay en todas partes, lo han preñado de noticias falsas. O mejor dicho, han llenado su barriga de puro trapo.