Gerard Piqué ha sido noticia durante toda su carrera tanto por su faceta futbolística como por su vida alejado de los terrenos de juego. Ya fuera con sus comentarios incendiarios y sus gestos contra el Real Madrid, siempre desde la rivalidad deportiva; con sus timbas de póker; su relación con Shakira; y su faceta empresarial, a la que ahora se unen nombres como el de Ibai Llanos y Luis Rubiales. Sin duda, hace tiempo que prepara su retirada y tiene la vida más que encarrilada. Nada que con anterioridad no hubieran hecho otros, aunque cada uno adaptado a su tiempo. En el caso del capitán actual, se mueve entre la compra de clubes y el negocio de internet en distintas vertientes.

Los futbolistas no siempre han podido vivir del fútbol. De hecho, al principio ni cobraban por ello; después ya percibían algo de dinero, pero la mayoría debía buscarse la vida tras su corta etapa deportiva –a los 30 ya eran viejos– y se desempeñaban en lo que mejor se les daba o en lo que encontraban. Algunos optaron por emprender, ya fuera con una flota de taxis o con la apertura de tiendas de ropa deportiva, una buena salida para algunos de los profesionales que han pasado por el Barça. En este sentido, el primero fue Ernest Witty, que en 1920 abrió un establecimiento de estas características en la calle Aragó de Barcelona, 259-261, como se puede ver en los periódicos de la época, en los que se anunciaba.

Ha habido otros casos a lo largo de la historia del Barça hasta llegar al momento actual, en el que no son pocos los jugadores que apuestan por abrir restaurantes y hoteles o, como en el caso de Piqué, emprenden en otros sectores, pero hay pocos comercios más emblemáticos y recordados como el que inauguraron Mariano Martín y Benito García tras colgar las botas. Deportes Martín, que dio origen a Benitosports, un local emplazado en la plaza Urquinaona de Barcelona, se dedicaba a la venta de artículos deportivos y tuvo una gran fama por ello. Es posible que con los años caiga en el olvido, pero todavía se recuerda.

Sin duda, ser futbolista debe ser tan bonito como difícil de gestionar el éxito y el dinero a tan pronta edad. Por ello, hay que poner en valor cualquier iniciativa que lleven a cabo los jugadores por “muy fácil” que lo tengan para invertir en comparación con otros ciudadanos. Al final –y no todos están capacitados para ello, como demuestra la historia–, se juegan su patrimonio y, en la medida de lo posible, crean empleo y generan riqueza. Así que, salvo que incurran en prácticas de dudosa ética o cometan algún delito, habría que dejar a un lado las críticas y aplaudirles por ello. Y esto es una reflexión extensible al resto de la sociedad, porque, a menudo, parece que queremos que al vecino le vaya mal.