Hace falta dar imagen. En días inciertos, nuevos para todos nosotros y de un miedo profundo colectivo por el coronavirus, parece que los propios jugadores, a nivel personal, están tomando iniciativas más interesante a través de las redes que el propio club. Empezando por el propio Leo Messi y su familia o sin ir más lejos, Sergi Roberto hace un par de días. Al otro lado, la sobresaturaciónde información respecto del coronavirus donde los periodistas nos tenemos que limitar a informar con el máximo rigor posible. Y dar voz a los expertos contrastando lo que dicen, que por esto estamos, para situarnos.

Y ahora toca el club. En lo que respecta al Barça, es muy relevante la voz del doctor Antoni Trilla, jefe de epidemiología del Hospital Clínic de Barcelona. El doctor Trilla está estrechamente conectado con el club desde hace años, imparte charlas a los jugadores, coordina todas las prevenciones y se debe agradecer el trabajo que hace siempre adelantándose antes que nadie. Especial fue su tarea con el famoso mosquito tigre, la fiebre del zika, que havia de «atacar» a todos los jugadores y deportistas en general en los Juegos Olímpicos del 2016 al Brasil. O posteriormente, en charlas sobre prevención de enfermedades en relaciones sexuales, una alerta que constantemente da el doctor Trilla y que a veces consigue que los jugadores hagan caso con más o menos medida.

Ahora, que nos encontramos en una situación similar. Y de los jugadores también dependerá que puedan ir sumando contagios, de la prevención, que también deben hacer con las relaciones sexuales, y de la suerte o mala suerte que puedan tener. Pero no podemos dudar que estamos ante una situación excepcional. La gestión conjunta del club y del Hospital Clínic ha quedado en un segundo término y ahora, los poderes de decisión dependen de la gente que parece que va a remolque de los hechos. Y es normal pero también nos tiene que hacer cuestionar si ante situaciones tan bestias tenemos cargos de poder que saben estar a la altura. Tebas y compañía. La gestión comunicativa de estos últimos se deberá valorar cuando pase todo esto: ¿es normal decir que no se pueden dar la mano antes de empezar un partido y no tener en cuenta que escupen al césped mientras juegan o se quitan la camiseta sudada cuando termina el partido? Y todo para acabar claudicando: se aplazan todos los partidos. Una cosa es no crear alarma social, la otra ir mareando al personal y hacer y deshacer si saber hacia dónde vamos. Esto todavía asusta más.