Se acabó la temporada 2019-20. Primero fue a nivel de clubs, y ahora las selecciones internacionales pusieron fin a un verano movidito y que deja muchas fotografías, resúmenes y trofeos, pero sin duda deja clara una realidad: el deporte femenino no es para minorías. Es deporte en estado puro y tener que dividir por géneros me produce un debate interno preocupante entre el ya me entenderán o deberían entenderme. 

Dejando a un lado las diferencias de género, Estados Unidos volvió a ganar el Mundial por cuarta vez consecutiva tras vencer a Holanda. España ganño el europeo de baloncesto femenino por segunda vez consecutiva y sumó así su séptima medalla en los últimos siete años. Históricas todas ellas se mire por donde se mire. Brasil por su parte ganó la Copa América ante Perú

Ellas

Las chicas también se llevan el reconocimiento y la fotografía de campeonas, pero detrás de todo ese trabajo se esconden otros rostros que por oportunidades, esfuerzo, calidad o fortuna no han alcanzado el cielo del deporte. Y es que sea femenino o masculino, es igual de cruel para todos. Un cielo que ahora toma otra dimensión del que espero que no se baje. 

Vuelven las Ligas, masculinas y femeninas, y el reparto del share televisivo y otros medios de comunicación. El Mundial ha parado el planeta fútbol, pero ¿por cuánto tiempo? ¿Habrá que esperar a la Eurcopa 2021 para ver algo parecido? ¿Cuánto tiempo tendrá que pasar para tener ese equal pay que reclamaba la afición en la final? ¿Tendremos a partir de ahora resúmenes de partidos de más de minuto y medio tertulias postpartido?

Las redes sociales han demostrado que todo el mundo está volcado con ellas. La camiseta de Estados Unidos es la más vendida de la historia de Nike en su sitio web en una temporada. De cualquier deporte. Cualquiera. Las calles de Francia se tiñeron de naranja bajo cánticos holandeses cada vez que la naranja mecánica disputaba un encuentro. Era una auténtica fiesta. El beso entre Magdalena Eriksson y Pernille Harde, dio visibilidad total a la comunidad LGTBI de una forma tan natural que es algo impensable de ver en el deporte masculino. Casualmente, el que tiene más seguidores y más impacto social, pero menos refleja la sociedad actual. 

El deporte femenino está más avanzado que el masculino, como casi todo en la vida. La serbia Jelena Brooks, recogió su medalla de bronce del eurobasket con su bebé en brazos. Natural como la vida misma. Megan Rapinoe, desafió a Donald Trump y cumplió con su palabra: campeona, mejor jugadora del Mundial y máxima goleadora que no irá "a la puta Casa Blanca". Una de esas mujeres que hacen falta, un referente reivindicativo que no canta el himno. Lo mejor de todo es que de esas hay millones, con menos eco mediático, pero existen y están ahí.

Esa es la lucha que han ganado todas ellas y que debe mantenerse para el futuro. Ahora no debemos volver atrás. Ofrecer ese contenido para acercar unas caras que merecen tanto respeto como la de los hombres y que en algunos deportes la sociedad apenas conoce porque no tiene la oportunidad de verlo. Ellas son la voz del esfuerzo, el trabajo y la dedicación con la que tanto hemos disfrutado. Tan rebeldes como profesionales. ¡Gracias!