En 1957, el Barça dejó el campo de Les Corts y se instaló en el Camp Nou. El memorable equipo de Kubala dejó pequeño el viejo recinto. Sin embargo, ese feudo, conocido como la catedral, resistió aún unos años en pie, casi una década, mientras el club procedía a la recalificación de los terrenos para levantar pisos en ellos y costear parte del nuevo coliseo. Al final, en 1966 quedó reducido a escombros y, en su lugar, una placa en la calle Numància recuerda que, un día, allí jugaron al fútbol las estrellas de la época.

El recuerdo, no obstante, no es lo único que queda de Les Corts. Tampoco las fotografías ni las crónicas en la prensa. El empresario textil Bassols rescató de entre los escombros las vigas de la vieja tribuna y las utilizó para su fábrica en Teià. Pero el tiempo no pasa en balde para nada ni nadie y, cuando se desmanteló el complejo fabril, la familia cedió esos maderos al escultor Alfredo Sánchez, que convirtió uno de ellos en una obra que instaló en la plaza Germanes Ocaña, en L’Hospitalet, para conmemorar un congreso mundial de peñas.

A la izquierda, escultura de Alfredo Sánchez similar a la que hizo para la plaza Germanes Ocaña de L'Hospitalet (d) a partir de una viga de Les Corts / FOTOMONTAJE DE CULEMANÍA

A la izquierda, escultura de Alfredo Sánchez similar a la que hizo para la plaza Germanes Ocaña de L'Hospitalet (d) a partir de una viga de Les Corts / FOTOMONTAJE DE CULEMANÍA

A la izquierda, escultura de Alfredo Sánchez similar a la que hizo para la plaza Germanes Ocaña de L'Hospitalet (d) a partir de una viga de Les Corts / FOTOMONTAJE DE CULEMANÍA

De los otros cinco terrenos en los que el Barça ha jugado como local desde su fundación, ya en un lejano 1899, apenas queda nada. Para encontrar algo sobre el velódromo de la Bonanova, la parcela de la carretera de Horta y la de la calle Muntaner hay que tirar de hemeroteca y fotografías. En cambio, siguen en pie los primeros vestuarios y enfermería que utilizó el Barcelona, las estancias del Hotel Casanovas (hoy convertido en un colegio junto al Hospital de Sant Pau), cuando utilizó el desaparecido campo de Mas Casanovas, hace más de 120 años. Y una placa repleta de errores históricos y ortográficos, como apunté en una entrada anterior, muestra el lugar aproximado donde se levantaba el campo de la calle Indústria –actual calle París–. Bendita historia.

Sin embargo, lo que quisiera destacar es la segunda vida de los escombros de Les Corts. De algún modo, su historia guarda cierto paralelismo con el Barça actual, aunque a los restos de aquel equipo que lo ganó todo hace no tantos años hay que encontrarles todavía una nueva utilidad para cerrar el ciclo de la mejor manera posible, y evitar que el club y la plantilla sigan dando la penosa imagen que están dando en los últimos tiempos. Xavi puede ser ahora el escultor que recoja los remanentes y les dé forma mezclados con las nuevas incorporaciones, aunque ningún proyecto tendrá estabilidad mientras sigan las peleas entre el barcelonismo, algo que ocurre, por desgracia, desde que el mundo es mundo. Hay que exigir siempre la máxima transparencia, si alguien tiene que responder por malas prácticas que lo haga, pero que ello no sirva para tapar las propias deficiencias ni para atacar a otros culés con los que no se comulga.