Unos se quedan, otros se van… La vida sigue igual. Ya lo decía Julio Iglesias en la canción. En su letra, no se inspiró en su pasado como jugador de fútbol, más bien formaba parte de una historia melancólica de su vida personal. Pero bien se puede aplicar a la política de fichajes que veremos en el Barcelona este verano. Algunos, como ya dijimos la semana pasada, ya están cerrados y se irán desvelando a cuentagotas por simple estrategia. Nada que añadir ni que reprochar. En casa de uno, las cosas se gestionan y publican cuando quieren y es nuestra tarea, la de los periodistas, analizarla o anticiparnos si las fuentes nos confirman por dónde van los tiros.

Cada día que pasa, coge más fuerza lo que ya dije cuando el fichaje de Robert Lewandowski estaba, para algunos, totalmente cerrado. El polaco difícilmente aterrizará en el Barcelona. La opción tenía muchas esperanzas del propio Jan, que quería remar como fuera para llevarlo al Camp Nou. En paralelo, era la opción deseada para dar tregua a un Ansu Fati que, cuando su lesión crónica le impida jugar algunos partidos, necesitará un recambio de gran nivel que también se adapte a esta titularidad intermitente. Pero los números son los que son. La intención del delantero del Bayern sigue siendo vestir de azulgrana, aunque la cruda realidad se impone.

Tan sólo un arrebato de Lewandowski puede cambiar el final de esta historia. Como el que ya nos vendieron en su día para que Cesc Fábregas fichase y volviera al club que lo vio nacer. Aunque ni Cesc se sacrificó tanto como nos dijeron ni, en este caso, Lewandowski está dispuesto a tanto. Pero si queda alguna puerta abierta, ahora mismo, sólo es esta: una rebaja del salario inicialmente pactado.

En paralelo, la continuidad de Dembelé en el Barcelona todavía certifica más por dónde van los tiros. Xavi, mínimamente, ha sabido dominarlo. Y él, que tiene 25 años, ve que una carrera en un gran club más allá de donde ahora está no se la ofrecerán por muy rebajado que esté. Muy significativo es, y nos debe hacer reflexionar, que se quede aunque ya sea un jugador libre y, encima, hayan decidido rebajarle el sueldo. Ni Dembelé tenía nada mejor. Ni el Barcelona tampoco. Y, de paso, nos damos cuenta de en qué submundo vivía la anterior directiva de Josep Maria Bartomeu, cerrando contratos tan astronómicos que, ni ahora con el paso del tiempo, se han equilibrado con aquellos de años atrás.