Luis Suárez, impulsivo y letal a partes iguales, está demasiado ansioso por marcar. No es la primera vez que le pasa. No hay forma de que anote en Europa, pero tarde o temprano rescatará su pegada. Es el delantero centro del Barça más fiable de la última década. Mejor que Ibrahimovic, Villa e incluso Eto'o, el crack uruguayo nunca se rinde. Le sobra carácter y, hoy, le falta puntería.

Con 32 años cumplidos y sus rodillas maltrechas por culpa de los cartílagos, Suárez necesita algún descanso. Su problema es crónico y ha reabierto el debate sobre su relevo en el Barça. Las dudas han subido de tono por un cúmulo de errores en los últimos meses. Hace un año año, Paco Alcácer era la alternativa, pero el club optó por rescatar a Munir, menos efectivo pero más resolutivo que Boateng, el fichaje de emergencia en el último mercado de invierno. La salida de Munir fue un duro golpe para la secretaría técnica.

La distancia entre Suárez y Boateng es enorme. Sideral. La peor versión del uruguayo siempre será mejor que la más aseada del alemán, un deportista que ha ganado más kilos de los que debería y que nunca ha sido lo que pudo ser. Suárez es imprescindible para complementar a Messi y ganar la Champions. De haber estado inspirado en Lyon, el Barça ya tendría encarrilado su pase a los cuartos de final, pero no sólo él estuvo errático en Francia. A Dembelé todavía le falta ritmo, Coutinho sigue empanado y Messi no basta en su lucha solitaria contra todos los rivales.

El futuro del Barça, con algunos condicionantes, ya se planifica en los despachos. El club tiene que ser ingenioso para renovarse porque no dispone de un talón en blanco para fichar.

La contratación de De Jong obligará a un traspaso sonado y todo parece indicar que el elegido será Rakitic. También está en venta Cillessen para sufragar los costes de un lateral zurdo y un delantero centro de garantías que acepte la competencia con Suárez. No vale un parche cualquiera sino un futbolista con margen de crecimiento. Luka Jovic, del Eintracht, podría ser una opción interesante, pero no la única. Seguro que en los despachos de la Ciutat Esportiva tienen algún francés y un brasileño en mente.

El Barça, por filosofía y necesidades presupuestarias, está obligado a mirar a la cantera. En la portería, en la defensa y en el centro del campo hay buena materia prima. En cambio, no se vislumbra, a corto plazo, un goleador de garantías. Eric Abidal y Pep Segura lo saben y, con su habitual sigilo, rastrean el mercado para cazar un delantero bueno, bonito y barato. La suya no será una misión fácil.