Hay seriales eternos, telenovelas que no parecen tener fin o en las que los guionistas han encontrado una mina de oro. El mercado del fútbol que, sobre el papel tiene unas fechas fijas para el traspaso de jugadores, es lo más parecido a aquella serie de TV3 –“El cor de la ciutat”- que llegó a sumar 1.906 capítulos, muchos más que “El secreto de “Puente Viejo” de TVE. Del movimiento de futbolistas se habla cada día, con partidos o sin ellos, exista pandemia o no. Pero hay algunas novelas que son interminables y que, además, el aficionado consume con cierta expectación.

Nadie sabe, por ejemplo, cuándo acabará el serial Neymar. De su posible vuelta al Barcelona llevamos hablando desde el mismo día que se marchó a París. Pero es que además cada día salen avaladores y detractores de su regreso. Hace unos días Bernd Schuster soltó una frase estrambótica uniéndose a esa larga lista de guionistas que tienen en el brasileño su personaje favorito: “Vendería la Costa Brava para traer a Neymar”. Menuda perla del alemán que allá por los años 80, cuando era jugador del Barça y ya había sido lesionado por Goikoetxea, comparó jugar en Bilbao como ir a Corea.

En un formato más pequeño a “El regreso de Neymar” aparecen “100 millones por Lautaro y “La edad de Pjanic”, y seguramente que en los próximos meses habrá el reestreno de  “Qué hacemos con Coutinho.

Suerte hemos tenido los confinados de ver el “Caso Rosell” por partida doble, aunque la versión de “la nostra” estuviera capada hasta el punto que el autor de la entrevista al ex presidente del Barça, Víctor Lavagnini, se viera en la necesidad de quitar su firma. La prisión preventiva de Sandro Rosell y su socio Joan Besolí ha dado para un libro, pero sería motivo de una serie tan larga como los más de dos años que ambos se pasaron en la cárcel de forma totalmente injusta. Los entresijos de una acusación no demostrada, la negación a una libertad con fianza, la juez sin alma y los motivos de un reportaje censurado en TV3 prometen mucho, además que serviría de ejemplo para un país que cada día presume de sus libertades.