En todas las conferencias de prensa tanto Ronald Koeman como Diego Simeone y Zinedine Zidane han sido cautelosos a la hora de juzgar las posibilidades de ganar el título de Liga de sus respectivos equipos. Los tres han sido ex futbolistas. Y no fueron mediocres. Todo lo contrario. Fueron importantes para sus clubs y sus selecciones. Han ganado y también han perdido. Y en los banquillos ya cuentan con un largo historial. Por lo tanto conocen mejor que nadie, mejor que cualquier periodista o aficionado a este deporte, lo difícil que resulta ganar un partido, y mucho más un título. 

Los tres coincidieron la pasada semana en calmar las alegrías periodísticas que hablaban de una jornada decisiva ante los enfrentamientos entre los cuatro primeros de la clasificación. Dieron a entender que aún venciendo ninguno se iba a sentir campeón. Alertaron de que todavía quedarían tres jornadas por disputar como si fuera la travesía de un desierto o que todavía quedaba por subir el Tourmalet. No se equivocaron. Todo quedó igual

Por ello me produce cierto sonrojo los comentarios que aseguran que el Barça tiró la Liga, que no fue capaz, y que ya no tiene nada qué hacer en este campeonato. ¿Cuál es la base de esos comentarios? En las estadísticas no se encuentran. Tampoco surgen de las declaraciones del técnico. Y mucho menos en la historia, porque ahí sí que hay fundamentos de peso para creer que todavía se puede. Haría bien Ronald Koeman en recordarle al vestuario que él formó parte de un Barça que festejó tres títulos en la última jornada. Y digo recordar porque los grandes de esta plantilla –Messi, Piqué, Busquets- entonces no tendrían más de cinco años,  cuando el Barça, a principios de los 90 ganó esas Ligas, más conocidas por las derrotas del Madrid en Tenerife y el penalti fallado por Bebeto para el “SúperDepor”. Toda una demostración que en el fútbol se gana en ocasiones por aciertos propios, y a veces por desaciertos de los rivales. Solo toca luchar hasta el final como en aquella época hizo el Barça de Johan Cruyff, porque hasta aquel “dream team” no le era fácil ganar.