No se trata de señalar con el dedo a Carles Tusquets ni pretendo hacer una caza de brujas pero es evidente que las filtraciones del sueldo de Leo Messi vienen de dentro. Y lo que huele mal es que siga delante de un club, un presidente gestor que ya ha agotado los 90 días provisionales que, según los estatutos del Barça, debe estar como máximo una figura como esta. No es que huela mal Tusquets como si él fuera el responsable de la filtración. A esto no me refiero, Tusquets huele mal porque el hecho de estar él en una provisionalidad que cada vez parece menos provisional, lleva a un caos del club sin precedentes. Al final, como ha señalado la anterior directiva de Bartomeu, los barcelonistas sólo votarán 15 días antes de la fecha que se habían marcado. Una vergüenza.

Pero todo ello, como he puesto de ejemplo con el contrato de Messi, ha sembrado el caos. Y cuando hay caos, no hay esquemas que puedan marcar a los que tienen que seguir unas pautas. De entrada, Tusquets, como ser humano que a todos nos pasaría, se lo ha creído más. La opacidad del club en estos momentos es increíble. Un ejemplo ilustrativo es que el propio presidente gestor ofreció en el Círculo Ecuestre una conferencia sobre el Barça sin la entrada de medios y socios, sólo los más allegados de este selecto círculo.

Tampoco se entiende que las filtraciones se multipliquen ahora más que nunca. La de Messi pero también la campaña sucia contra Rexach que ya había cerrado su marcha hasta nueva orden y lo vendieron como si lo hubieran despedido. De verdad, todo huele muy mal.

Desde dentro, hay algunos que se piensan que son más que el cargo les marca y otros que están tan quemados que quieren que todo explote antes de marchar para quedarse tranquilos. ¿O a caso pensáis que los cargos de confianza de la antigua directiva se quedarán de brazos cruzados? Los CEO y otros de turno irán fuera pero tienen indemnizaciones millonarias pendientes que el Barça no puede hacer frente y están muy molestos. En un club donde tanta gente le tiene ganas desde dentro, es difícil buscar un único culpable de las filtraciones y las campañas sucias de desprestigio. Y el que lo lleva, ahora mismo, no está a la altura.