FC Barcelona y Real Madrid son vasos comunicantes. Los éxitos de uno coinciden con el fracaso del otro y la temporada 2021-22 será eternamente recordada por el doblete madridista y la agonía azulgrana, campeón de nada y con el club inmerso en una preocupante crisis económica y deportiva. La victoria blanca ante el Liverpool ha sido el último golpe del año al barcelonismo.

El Madrid ha ganado la Champions por su mentalidad y espíritu de superación. No fue mejor que el PSG, el Chelsea ni el Manchester City en las eliminatorias de clasificación. Tampoco fue mejor que el Liverpool hasta el gol de Vinicius. En los momentos complicados supo resistir y suma ya 14 Champions. Nueve más que el Barça.

La euforia madridista agranda, un poco más, la decepción barcelonista. El curso ha sido horrible y no se vislumbran soluciones a corto plazo. La afición está ilusionada con Ansu Fati, Pedri, Araujo y compañía, pero asume que no puede competir con los grandes clubes de Europa. Y las soluciones no parece que vayan a llegar en el mercado de verano.

El peor síntoma de la endeblez azulgrana es el deseo de fichar a Lewandowski, que en agosto cumplirá 34 años. Nadie cuestiona su valía. El Barça necesita gol y el delantero polaco es una garantía. Pero tal vez debría explorar mejor el mercado.

Xavi quiere recambios de nivel. De garantías. Pero sabe que no los tendrá. De momento, ha dado luz verde a Christensen y Kessié, dos futbolistas que no le seducen demasiado.

El gran trabajo del Barça, fichajes al margen, consistirá en poder dar de baja a muchos futbolistas que ganan mucho y rinden poco. No será fácil rescindir los contratos de Pjanic, Braithwaite, Riqui Puig, Umititi, Lenglet y compañía. Nadie quiere moverse del Camp Nou.

El presente azulgrana recuerda mucho los años negros de Gaspart como máximo dirigente. El Madrid mandaba con autoridad y el Barça era una ruina. La reconstrucción que prometió Laporta será lenta y costosa. Ahora, el Madrid incluso gana Champions con él como presidente barcelonista. Mal asunto.