Ya quisiera yo esta España para mi Barça. Para cualquiera de los dos. Masculino y femenino. La selección española cayó ante Estados Unidos en los octavos de final del Mundial de Francia (1-2), pero no se puede estar más orgullosa. Reconozco que fui de las primeras que pensó que las norteamericanas someterían a la Roja con su físico, pero fue uno de los choques más igualados, y sobre todo más vistosos, disputados hasta ahora en esta fase eliminatoria. Todo bajo un juego que gusta y una entrega desmesurada que demostró que el vencedor no siempre es que hizo más méritos. 

El encuentro fue la segunda parte del amistoso que disputaron en Alicante en enero y que aquel día decantó la balanza para la potencia mundial tras un autogol de Irene Paredes. Este lunes, con los cuartos en juego, la Roja puso contra las cuerdas a la vigente campeona del mundo. España no tenía nada que perder, pero incluso en la derrota demostró que mereció mucho más. Fueron mejores contra las mejores. Corredera, Paredes, Hermoso y compañía sacaron de quicio a estrellas consagradas como Morgan, Rapinoe o Press. Estrellas que tuvieron que recurrir a los once metros, hasta en dos ocasiones, para sellar su pase a cuartos. 

Once metros muy severos señalados por la colegiada húngara, Katalin Kulcsar, quien, lamentablemente, fue de lo más destacado del partido por sus decisiones. Hay una regla definida: si te llaman desde el VAR es porque algo no está claro. Desde París no quisieron tomar la decisión definitiva e invitaron Kulcsar a revisar la jugada. La no correción de su decisión responde más a una cuestión de orgullo personal que a una pena máxima punible. Hay contacto, sí, ¿pero tan determinante como para hacer que Lavelle acabará por los suelos de esa forma tan esperpéntica como forzada? España se queda fuera, pero su eliminación no está exenta de polémica. El VAR acaba de llegar al mundo del fútbol y algunos referees todavía entienden la tecnología como un enemigo y no como un aliado. Equivocarse está permitido, retratarse así, no. 

Tampoco sé que partido vio la seleccionadora estadounidense, Jill Ellis, pero tampoco fue autocrítica. Si yo fuera ella, empezaría por relajar y poner los pies en el suelo a mis jugadoras, especialmente a voces tan autorizadas y veteranas como Ali Krieger, defensa de la selección norteamericana, que aseguró en la previa al choque: "Estados Unidos tiene el mejor equipo del mundial y el segundo", pero vamos, visto lo visto y de haber tenido más experiencia y gol, España te hubiera mandado a casa antes de tiempo. Alemania o Francia se frotan las manos. 

La vergüenza

Fue una pena, pero esta selección está llamada a hacer historia. Brasil también se quedó el sábado en el camino ante Francia en un choque también más igualado de lo esperado. Lo mejor del partido, a diferencia de este, fueron las declaraciones de Marta tras caer ante las bleus. Capitana de la seleçao y seis veces ganadora del Balón de Oro --de forma consecutiva-- habló entre lágrimas ante los micrófonos. Sin tapujos ni pelos en la lengua, felicitó a sus compañeras por el esfuerzo, pero hizo un llamamiento a las futuras generaciones: "No va a haber siempre una Formiga, no va a haber siempre una Marta, no va a haber siempre una Cristiane. El fútbol femenino depende de ustedes para sobrevivir. Piensen en eso. Lloren al principio para sonreír al final".

Estar allí es un esfuerzo que le ha costado sudor y lágrimas a la carioca, así como a todas las que están en ese Mundial y a otras tantas que juegan en categorías inferiores, por gusto o placer, u otras que juegan en países donde ni tan siquiera gozan de una categoría profesional. El fútbol femenino somos todas, pero ellas nos representan. Y ese esfuerzo al que llamaba Marta, es la antítesis de lo que entiende Florentino Pérez. 

Con el boom del Mundial femenino, que está en boca de todos, el presidente blanco tendrá, por fin, su fastidioso e inoportuno equipo femenino. Nunca le ha dado bola, pero la Liga Iberdrola sin el Real Madrid empezaba a vislumbrar la realidad: el Madrid es una empresa que no contempla departamentos que reporten pérdidas, por mucho que den renombre a la entidad.

Sin esfuerzo alguno y a golpe de talonario, Florentino Pérez comprará la plaza del CD Tacón por 500.000 miserables euros. Un club que si de algo podía sacar pecho era de su gestión y apuesta por el deporte femenino. 

En ese esfuerzo deportivo, que no conoce el empresario español, se quedarán en el camino las que lograron el ascenso y las nuevas incorporaciones. Lo digo porque algunos todavía piensan que Florentino Pérez se mantendrá ajeno al proyecto y que no sacrificará a aquellas jugadoras que logaron el ascenso y que pensaban defender esos colores. Muchas verán como, de nuevo, el dinero puede a ese miso esfuerzo que reclama la brasileña Marta. ¿O esperan que Florentino no asuma ser un equipo de media tabla o que llegue a luchar por la salvación? Eso sí, para muchos ahora el fútbol femenino cobra otra dimensión porque ya llega el Madrid. Penoso. Tanto o más que el arbitraje de Katalin Kulcsar.