Escribe Toni Freixa en las redes sociales que el partido contra el Bayern Munich de este martes en el Camp Nou lo contempla como una oportunidad y no como una amenaza, y que una victoria sobre los alemanes levantaría la moral del barcelonismo. 

Ojalá toda la afición culé se levantara los lunes con las altas dosis de optimismo y positivismo que exhibe el ex candidato a la presidencia del Barça. El mensaje, no obstante, es ideal para ser utilizado y exprimido por Ronald Koeman y los capitanes en el propio vestuario azulgrana. Son ellos los que tienen que imaginar e intentar convertir en realidad la ocasión que brinda este primer partido de la fase de grupos de la Liga de Campeones.

Nunca diría que este es el partido del desquite de Lisboa. No. No está el Barça en condiciones de afrontar este encuentro contra el “Madrid alemán” como si fuera la hora justa para vengar el 2-8. Primero porque aquella humillante derrota del equipo sucedió en una eliminatoria directa y ahora se trata de un partido más. Segundo porque, aunque entonces tuviéramos a Messi, y a Suárez, y a unos Piqué, Alba y Busquets más jóvenes, en Europa al Barça se le temía. Hoy, no. Tercero porque el único club grande que ha salido “muerto” de la pandemia es el Barça. El resto parece haberse inyectado todas las vacunas y respira optimismo. El Barça nada en la ruina y resopla desánimo. Y para colmo, Rummenigge, una de las voces influyentes en el “Madrid alemán”, se regodea y suelta que permitir la marcha de Messi es un gol en propia puerta. O sea que ellos, si pueden y el Barça les deja, volverán a intentar todo lo contrario de lo que persigue el mensaje de Freixa. Así que a cruzar los dedos. Que quien visita el Camp Nou es el diablo.