No nos tocó la lotería pero el de ayer fue un partido para celebrar. Celebrar que Koeman fue valiente, que Lenglet no falló, que Braithwaite 'Nazario' volvió a marcar, que Pedri se disfrazó de Iniesta y que Messi volvió a sonreír.

El mejor partido del curso, sin duda, pero ya hemos aprendido la lección. No podemos descorchar todavía las botellas de cava por que el Barça sigue muy lejos del Atlético en la Liga y ayer el rival, con todo el respeto del mundo, era el Valladolid. Una flor no hace verano ni dos primavera pero por algo hay que empezar.

Como por ejemplo por esta valiente y atrevida defensa de tres o por dejar en el banquillo a algunas de las vacas sagradas como Coutinho, Griezmann y Busquets. Deben jugar los que estén mejor, los que más aporten al equipo independientemente de su nombre y de lo que costaron. Veremos si esto dura.

El calendario ahora invita a pensar en que el Barça podrá cerrar el 2020 de la mejor manera posible ante el Elche y el Huesca. El equipo necesita una buena racha de partidos para consolidar este nuevo sistema, recuperar la confianza perdida y que Messi vuelva a ser feliz. El de ayer también fue su mejor partido en lo que va de curso. Ojalá no sea el último.

Rectificar es de sabios

El sábado, tras el tropiezo ante el Valencia, llegué a la conclusión de que el problema de este Barça era Koeman. Hay algunos discursos, decisiones y cambios que no se entienden. Ante el su ex equipo volvió a meter a un defensa en lugar de un delantero y lo volvió a justificar en su rueda de prensa.

En ocasiones nos chocan sus decisiones, su discursos y su filosofía que no es para nada la del ADN Barça. En demasiadas ocasiones estamos viendo a un equipo sin identidad, con un juego  irreconocible y al que no le salvan ni los números. Pero tras la victoria de ayer, creo que el holandés se ha dado cuenta que tenía reaccionar. Para eso tampoco le tiembla el pulso.

Lo hizo Luis Enrique en su primera temporada, tragar-se su orgullo y recular. Volver a dibujar la hoja de ruta. Buscar un sistema para que el equipo y Messi se sientan cómodos. Y ante los problemas, soluciones y no excusas. Valverde y Setién se marcharon por su falta de toma de decisiones. 

El discurso del rey

Leo Messi se convirtió por séptima vez en el máximo goleador de la Liga superando a Zarra e igualando las cifras que lograron Müller en la Bundesliga y Eusébio en la liga portuguesa como los jugadores que más veces fueron pichichis en las grandes ligas europeas.

El hambre del argentino sigue intacto o al menos, eso parece. En el avance de la entrevista con Jordi Évole que saldrá a la luz el próximo domingo, pudimos ver a un Messi más sincero que nunca, cómodo y transparente. Sus palabras pueden batir también récords de audiencia y convertirse prácticamente en una cuestión de Estado.

Lo que diga el domingo nos dejará muchas pistas sobre su futuro pero de momento ya podemos intuir a un Messi comprometido con el equipo y dejando la puerta abierta a su continuidad. Ay, ay, ay... que todavía no está todo perdido.

Ojalá estas palabras también le sirvan para liberarse y recuperar su mejor versión tal y como intentó hacer Griezmann con Valdano. Ojalá, Messi se reencuentre con esa parte del barcelonismo que todavía no le ha perdonado el burofax. Ojalá, y aunque parezca imposible, cierre de una vez todos los debates. Quizás pido demasiado, lo sé, pero en días como estos, por pedir que no quede.

El domingo a las 21:30 todo el mundo estará pendiente de las palabras de Messi en el que, sin duda, será el auténtico discurso del rey.

Este Barça no da para mucho más pero mientras el equipo responda como ante el Valladolid, nada se les podrá reprochar.