Lo siento Juanma Castaño pero para discutir con Gerard Piqué tendrías que haberte caído con 14 meses de nacido de una terraza a una altura de metro y medio, haber sufrido un traumatismo craneal con fractura frontoparietal, pero que al final solo se quedó en fractura y, según el parte médico, no afectó al cerebro.

Tenías que ir más preparado Juanma. Piqué es pijo y millonario, pero parece de Rebolo o de las Nieves, barrios de la Barranquilla de Shakira donde los partidos con bola de trapo acababan en riñas cuando se jugaba en la calle. Ahí sí que no había conflictos de intereses, ni ética que valiera. Se imponía el puño limpio, siempre ganaba el más fuerte.

Vives en otro mundo, chico. La vida siempre ha sido un show, pero ahora más que nunca, y si tienes pasta, tu pareja es una artista que multiplica por diez tu fortuna, entonces te crees el amo del mundo, te importa un carajo casi todo, y nunca dejas de hacer algo pensando en lo qué dirá o pensará de ti la gente. Eres un dios que ríe a carcajadas. Igual te mofas del Madrid cuando te preguntan por las veces que has tenido relaciones sexuales y acabas de ganar en el Bernabéu, o te jodes del Espanyol cuando alguien quiere saber cuánto dinero tienes y te jactas de tener más que el presupuesto del club blanquiazul. O te ríes de las prohibiciones del bueno de Ernesto Valverde y no te importa reconocer en un documental que saliste de fiesta igualmente. Da igual, vives en otro, mundo chico.

En el mundo de Piqué puedes conducir con el carnet caducado y si tienes que pagar 48.000 euros por la multa, te hace cosquillas. Puedes ayudar a una directiva a conseguir el patrocinio de Rakuten, dejar que esa misma junta te suba el sueldo de forma exagerada y unos años más tarde hablas sin pudor de su mala gestión. En el mundo show de Piqué puedes darte el lujo de llamar “titella” a un periodista sin importarte si con la etiqueta que le has puesto vas a hundir su carrera.

Estás en otro mundo, chico. En el de Piqué puedes ayudar al presidente de la Federación a tener más ingresos por organizar una competición en un país que vulnera los derechos humanos, hacerle ganar un montón de dinero, aumentar tu fortuna y si hace falta la intervención de un monarca investigado por corrupción, pues por qué no llamarlo. Total, estás en otro mundo, chico. Vivimos en otro mundo, chicos. Y lo legal es lo que importa. Lo otro, lo moral, no da dinero.