Parecía que nunca saldríamos de esta, pero el descenso de contagios y de fallecimientos es, sin duda alguna, la mejor noticia que podemos saborear en este negativo 2020 y todo un brindis a la esperanza. La desescalada ha comenzado en determinadas regiones de Catalunya, y por algunos parques ya se puede pasear, los restaurantes han empezado a calentar sus fogones y a preparar sus mesas y los comercios ya vuelven a vestir sus maniquíes.

Pero para algunos ciudadanos lo que nos dará el permiso para pensar que estamos matando el virus sin duda será la vuelta del fútbol, deporte y entretenimiento considerado en no muy lejanos tiempos como el opio del pueblo.

Parece mentira pero durante un par de meses ha sido tanta la virulencia de la Covid-19 que no hemos echado de menos la Liga. Nos hemos acostumbrado a la vida sin fútbol, pero en el momento que se anuncia su vuelta no podemos evitar sentir cierto cosquilleo en el cuerpo y el justo deseo de volver a ver esos partidos que definan en el terreno de juego quién es el mejor.

Es verdad que tardaremos tiempo en ver partidos con público en los campos, pero cuando ya las series de Netflix, HBO y Movistar ya han sido consumidas, bueno es que ese gremio integrado por una clase privilegiada comience a divertirnos aunque sea a puerta cerrada y nosotros lo veamos sentados en el sofá. Y comencemos a hablar de otra cosa que no sea del maldito virus.