Xavi Hernández conoce mejor que nadie cómo se las gasta el entorno del FC Barcelona. Los muchos ismos que circulan en el club dirimen, desde hace años, un enfrentamiento abierto, que bien podría hacer palidecer a la célebre Guerra Fría entre los Estados Unidos y Rusia. Los laportistas miran con recelo a los nuñistas, que se apoyan en los rosellistas, que reniegan de los bartomeulistas -de estos quedan pocos ya y se podrían contar con los dedos de una mano-, para luego mirar a los cruyffistas, que defienden a los guardiolistas ante el ataque furioso de los pep seguristas, que intentaron borrar todo destello del ADN blaugrana con el beneplácito de los que mandaban entonces. Y también hay los francotiradores, que utilizan Twitter o cualquier red social que se le ponga a tiro, para vomitar su odio hacia un club o un proyecto, regurgitando bilis en cada palabra que utilizan bajo el anonimato de un falso avatar.

Este es el panorama que Xavi se encuentra desde el primer día que puso los pies en Barcelona para iniciar su aventura como entrenador. Ningún día de tregua, ningún día de reflexión tranquila, ningún día de serenidad… Los malos resultados en Europa han servido para envalentonar a los más radicales y convertirlos en kamikazes de la información, algunos de ellos tienen incluso una ventana en medios de comunicación de cierto prestigio. A modo de ejemplo, no hace mucho salió un articulista de un diario reclamando la opción de Jorge Sampaoli como posible alternativa a Xavi.

Ante semejante batiburrillo de fakes news, informaciones ventajistas, relatos malintencionados, guerras de cloacas, intereses aviesos y poderes fácticos de segundo orden, Xavi ha tomado una decisión irrevocable: la desconexión absoluta: Ni mira la televisión, ni oye la radio ni lee los diarios. De esta forma puede trabajar más tranquilo, sin verse afectado de inputs externos, que en muchos casos buscan desestabilizar. Es más, ha pedido a las personas de su entorno más cercano que no le expliquen nada de lo que se publica en los medios de comunicación ni se lee en las redes sociales. Y este consejo también se lo ha traslado a los jugadores, recordándoles que en la mejor etapa del FC Barcelona, con Pep Guardiola al frente, el equipo tenía prohibido incluso los móviles y cualquier contacto con el exterior estaba muy delimitado. De esta forma, Pep consiguió que sus pupilos se aislaran del mundanal ruido y se centraran exclusivamente en su profesión.

Parece una entelequia que los jugadores o resto de miembros del staff se comprometan a vivir en una auténtica burbuja de cristal, impenetrable a las noticias que llegan desde fuera, pero si con este consejo Xavi consigue que los profesionales relativicen lo que se dice de ellos y ni tan siquiera repliquen, se habrá conseguido ya una parte del objetivo.

Y es que como dijo el bueno de Quijote a Sancho Panza: “Ladran Sancho, luego cabalgamos”.