A Samu Umtiti lo habían enterrado. Incluso habían logrado que una parte de la grada del Camp Nou lo despreciara. Está escrito que Josep María Bartomeu lo había renovado después de tener en sus manos un informe del doctor Ricard Pruna en el que aconsejaba todo lo contrario. Otra mentira, que ya Culemanía ha explicado suficientemente bien.

A Umtiti lo habían colocado en el Besiktas, también en el Newcastle, en el Benfica y hasta lo habían devuelto a su Lyon. Pues no. Ese Umtiti, dizque acabado para el fútbol, la directiva de Joan Laporta acaba de renovarlo hasta el 2026, gracias también a que el francés ha aceptado rebajar su sueldo.

No está el Barça para arrinconar, repudiar o desestimar jugadores en esta época en que las lesiones abundan y el virus no respeta pinta. Xavi Hernández es consciente que la plantilla está debilitada. En calidad. También en lo físico y en lo moral. En la falta de gol y en la ausencia de contundencia en la defensa, como se demostró en el último partido contra el Granada.

Y seguro que el técnico ha visto que Umtiti es recuperable, y que cuando coja el ritmo y especialmente recupere la confianza, y el jugador sienta que es útil para el entrenador entonces volverá a tener al gran Big Sam, como lo bautizó la prensa tras sus excelentes primeras temporadas vestido de azulgrana.

Y seguro también que Umtiti ha visto que tiene un sitio en esta defensa cada vez más endeble. Hoy en día, Umtiti sabe que la competencia con varios de sus compañeros no es tan dura. Todo lo contrario.