No, astuto lector, ese equipo al que hace alusión el títular de este post no es el Real Madrid. Por la sencilla razón de que ellos ya han perdido dos títulos, ejem. Y, de paso, casi toda la felizidane que les quedaba en la reserva, no mucha. Fue el Barça quien se quedó sin Supercopa contra un Athletic de Bilbao que lo superó en varios aspectos y le dejó varias lecciones para el presente. Otra cosa es que en algunas viejas molleras no entren trucos nuevos, pero que no se diga que no intentamos darle una oportunidad a la pedagogía del deporte.

Lección 1: No se puede ser tan pardillo. La principal razón por la que el Athletic se llevó la Supercopa es porque se comportó como un equipo competitivo. Es muy agradable la superioridad moral de llamarlos guarros y tal, pero también es muy fantasioso alegar que los leones dieron un solo zarpazo más de los que se ven cualquier domenica en la liga italiana.

Cada vez que De Jong conducía el balón, cualquiera que haya visto un poco de fútbol con Gil Manzano de árbitro podía intuir que lo iban a levantar en peso sin apenas consecuencias. Que no pasara lo mismo con Muniain habla de un Barça blandito, ensimismado. Adormilado en unos vapores de grandeza que ya huelen a cerrado. Habría que fichar a Villalibre solo para que fuera a pegar trompetazos a las sesiones en Sant Joan Despi, a ver si alguno espabilaba.

Lección 2: No se puede ser tan pardillo (again). Querido Ronald Koeman, dos puntos. Si va usted ganando y quiere meter piernas frescas para los últimos minutos de partido, al menos haga los cambios de uno en uno, por favor. Después de acabar con la tontería de 'el portero de la Copa juega hasta la final', lo siguiente para que el Barça parezca un equipo profesional es que aprenda a perder un poquito de tiempo.

No digo que Ter Stegen se revuelque por el suelo, como si le hubieran disparado, cuando le soplen en un córner para defender un 1-0 en el 80' en la tercera jornada de Liga. Pero entre esa miseria moral y la pura inocencia de agarrar la bola y sacar en corto tiene que haber un término medio que no sonroje a nadie y tampoco cueste trofeos.

Lección 3: Hay equipo, para hoy y para el futuro. La gran diferencia entre el Barça del domingo y el de hace dos meses es que este sí parecía que podía ganar la Supercopa. Porque ha encontrado en Dembélé y Pedri a los futbolistas desequilibrantes que necesitaba para acompañar al caprichoso Messi, porque al fin ha podido acomodar a Griezmann como falso-falso nueve (o algo así, qué más da mientras marque goles y dé asistencias), porque ha habilitado un carril para que De Jong pueda jugar a todas las velocidades que le gustan y porque ha encontrado en Mingueza, Araújo y Dest justo lo que necesitaba: tres chavales que defienden porque saben y porque tienen las fibras musculares como lo que son, jóvenes. 

Lección 4: Urge averiguar si Koeman suma o resta. Entre las muchas virtudes del director deportivo ideal, esta es la que yo considero más valiosa. En resumen: ser capaz de medir cuánta responsabilidad tiene el entrenador en todo lo expuesto en el punto anterior. Un porcentaje de mérito tiene Koeman, desde luego, pero ¿es un plan o puro miedo y suerte ciega? ¿Hasta qué punto le han forzado las lesiones y las urgencias a plantear soluciones en las que en el fondo no cree?

Esto es clave en un momento crucial para el futuro del Barça. El próximo presidente, o sea, Joan Laporta, debe de estar ya prometiendo a Ramón Planes el oro y el moro si le da una respuesta argumentada a esa pregunta. O bien pagando de su bolsillo informes de los utilleros, que son quienes de verdad ven los entrenamientos. Cualquier esfuerzo en ese sentido será bueno para el Barça.

P.D.: Nos vemos en Twitter: @juanblaugrana