Mientras camina con paso firme en la Champions pero en Liga aspira a los poco elegantes puestos que dan acceso a la Europa League, al Barça se le alargan y encogen las vértebras lumbares como en una larga sesión de pilates. Koeman se está convirtiendo en una especie de acordeonista del fútbol, que estira o aprieta el fuelle de su equipo buscando un equilibrio esquivo, sin poder permitirse que la música deje en ningún momento de sonar.

Como corresponde al instrumento, sus canciones suenan a veces risueñas. Las más, melancólicas. Y, en términos generales, enmarcan esa impresión caótica de la salida de un café de París a última hora de la tarde que las rotaciones imprimen a un equipo enigmático. El encaje de Pedri, Dembélé e incluso Dest ha sido sustancialmente modificado por la lesión de Coutinho, con el lateral como principal damnificado. La rotura de menisco de Ansu complica el puzle todavía más.

Las pruebas con De Jong como falso central han puesto aún más de manifiesto las dos velocidades de un Barcelona a menudo raquítico en el medio campo. La adaptación de Pjanic se antoja muy urgente y la incompatibilidad de Griezmann y Messi quedó más al descubierto que nunca contra el Betis. 

Koeman sigue cavando en la tierra bajo sus pies y haciendo descubrimientos, a veces incómodos. Yacimientos de fútbol como las pepitas de oro que se le caen de los bolsillos a Pedri o la dinamita de Dembélé provocan desprendimientos en otras zonas del campo. Y el barcelonismo se sigue preguntando de qué será capaz Ronald. ¿Sentará a Griezmann definitivamente? ¿Devolverá a Coutinho a la depresión en la banda izquierda? ¿Mantendrá el juego posicional y la presión alta tras pérdida pese a que Busquets llega al 50% de lo que llegaba o tratará, como ha hecho últimamente, de abrir el campo con Dembélé y ahora quizá Konrad para que los laterales rivales sufran y facilitar el repliegue?

La respuesta a todas estas preguntas y algunas más, a la vuelta de otro parón de selecciones otoñal que no interesa a nadie. Y con Luis Suárez como rival de un Barça al que le hace gol hasta Steve Urkel. No me diga que no está la cosa emocionante.

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