Mientras esperaba a que Luis Enrique le enseñara por la tele a Koeman cómo ganar a la Italia campeona de Europa con Gavi, Busquets y varios futbolistas de Europa League, la culerada se almorzó una buena ración de apocalipsis en la presentación de la Due Diligence que la junta directiva de Laporta encargó a la consultora Deloitte. El maestro de ceremonias fue el director general del Barça, cargo al que llaman CEO todos los que se dan ínfulas en esa distopía capitalista de nombre Linkedin porque han abierto un blog para opinar del Real Madrid o han pagado a su cuñado informático para que les haga una app de control del ciclo menstrual.

Pero Ferran Reverter no es un flipado, sino un señor formal, que antes vendía televisores y lavadoras en Media Markt y ahora regala futbolistas con lacito para intentar sacar a flote un club apalancado en exceso por las deudas y también por un proyecto deportivo anquilosado y tombolesco. El centrifugado que le dio ayer a la economía del club resultado de la gestión de la era Bartomeu, decididamente nefasta, no fue distinto de otros pretéritos. De aquel "no había dinero ni para hacer fotocopias a color" de Rosell sobre los últimos años del primer mandato de Laporta hemos pasado al "sin pandemia habría habido pérdidas igualmente". Por supuesto, el malo y manirroto siempre es el que se fue, y el bueno es el que llega, o cuando menos lo son sus intenciones. Sobre todo si las muestran como Laporta, envueltas en sonrisillas tostadas al sol, cartas de amor a un fútbol idealizado y esa admirable energía suya de los vendedores de crecepelo.

Tras el balance desastroso de la presidencia de Barto, cuya lectura menos apasionada es la de una frenética huida hacia adelante quemando dinero en lugar de neumáticos, aderezada por unos cuantos episodios mezquinos y truculentos, se esconde la única nota positiva para el club en la actualidad: ese rating de deuda (-BBB) que hace al Barça medianamente solvente a la hora de lograr salvavidas crediticios. La misma por la cual llamó la atención que Reverter anunciara que se amplía la investigación contable con un 'forensic', o sea, un estudio detallado de posibles malas prácticas incluso constitutivas de delitos. Ya se sabe que de los ladrones huyen los créditos como de la peste.

También con el asunto del pago a periodistas armó un revuelo un tanto gratuito. Reverter no aportó evidencia alguna (el Colegio de Periodistas de Catalunya tampoco la ha solicitado de momento) y parece dudoso que los mismos que borraban correos a los 90 días  de un cese guardaran recibo de lo que astillaban a algún que otro contertulio. Salvo que, como sospechan muchos aficionados, sea una práctica tan habitual y desenfadada como confesaba Florentino al explicar a una grabadora sus 'ajustes' en El Rondo. También habría que preguntarse, claro, cuántas veces una portada ha bajado de tono para incluir en ella los cupones del juego de sartenes oficial azulgrana, sin mediar sobre ni apunte contable. Pero eso es otra película.

La que nos ocupa, 'El Bueno, el CEO y El Malo', tiene más de espagueti que de western. Porque la dieta del universitario, pasta con tomate y atún hasta el salvador kebab de los jueves de madrugada, es lo que le va a tocar de papeo día tras día al Fútbol Club Barcelona durante meses o quizá años, mientras digiere esa mastodóntica deuda cuya salvaje cuantía no es lo peor, sino que se acumuló por fichar a Coutinho, Griezmann y Dembélé no para sustituir a Messi, sino para acompañarlo en su ultracarísimo declive. Casi mejor haber cortado por lo sano cuanto antes, para evitar una infección todavía mayor. Eso sí, el mismo entrenador sigue ahí, con peligro grave de gangrena. Lástima que con Koeman no tengan la misma audacia que con otros, porque si el Barça hace triplete de pinchazos contra el Valencia, el Dinamo y el Madrid, a ver quién es el guapo que sale con el micro de auricular a presentar al nuevo entrenador y decir, pudiéndolo haber despachado tres semanas antes y quizá con algún punto más en el bolsillo, aquello de "Yo no soy tonto".

P.D.: Nos vemos en Twitter: @juanblaugrana