Ocurre a menudo en los torneos cortos de selecciones. Mundiales y Eurocopas han encumbrado a 'los otros', los jugadores de la segunda fila. Esa que ahora los redactores y comentaristas bienqueda llaman 'segunda unidad' para no enfadar a sus posibles fuentes. Todo periodista deportivo digno de tal nombre sabe que los mayores rajadores de un vestuario son el portero suplente y el delantero veterano que ya no juega tanto como quisiera. Pero no nos despistemos del tema. Desde Toto Schilacci en Italia 90 hasta el formidable Ante Rebic en la Croacia finalista de Rusia 2018, los campeonatos de naciones de la era moderna nos han dejado a un puñado de héroes inesperados. Recuerden, sin ir más lejos, que el gol de Iniesta en Johannesburgo nunca habría llegado sin esa sublime cabalgada de Jesús Navas un minuto antes.

Una Liga es otra historia, claro. Pero lo que queda de esta Liga del maldito virus se va a parecer más a un hexagonal veraniego que a una competición de la regularidad propiamente dicha. Y ojo a la segunda fila del banquillo, porque todos los futbolistas de todas las plantillas estarán a un click de fibra muscular de un titular de cobrar protagonismo absoluto en el resultado final de sus equipos. El Barça no es una excepción. Todos los culés esperan que Messi, Suárez y Griezmann sean la locomotora que lance a los azulgranas a su noveno título de los últimos 12. Pero puede pasar perfectamente que eso no dependa de ellos, sino de Braithwaite y Ansu Fati.

El danés ha llegado como una moto, claro. "Estoy entrenando más fuerte solo que con el grupo", avisó ya en las redes sociales del club en marzo. Martin da confianza porque es un tipo castrense y fibroso, consciente de que cada gramo de trabajo acumulado sobre su esqueleto es el óxido nitroso que le propulsa más allá de los límites de su talento. En cuanto a Fati, al más joven prodigio de esta plantilla, no se puede esperar de él más que hambre: por jugar después de dos meses, por ganar su primer gran título y por afianzarse en el primer equipo azulgrana. La calidad, Ansu la tiene a raudales. Así que si le caen encima minutos que a priori no son suyos la culerada puede presenciar un auténtico espectáculo.

Ojo también a la singularidad de la portería. Un mal paso de Ter Stegen en un entrenamiento y podemos estar hablando de la Liga de Neto. Para bien o para mal. En cualquier caso, un guion con todos los ingredientes de la épica: un guardameta anodino, prácticamente desahuciado, con cara de llevar un billete de vuelta a Valencia en el bolsillo desde hace meses... pero que también puede ser el que lo cambie todo. Si llega su momento y no le tiemblan las piernas, a lo mejor hasta hace carrera de azulgrana.

Del resto del once titular, no me negarán que quien tiene más posibilidades de perderse algún partido que otro en este esprint liguero es un Jordi Alba que funciona a toda vela pero las lleva ya demasiado parcheadas. Por mucha pretemporada específica que haga el galeón pirata de L'Hospitalet, a lo mejor al Barça no queda más remedio que subir el cofre del tesoro en la chalupa de Junior Firpo. Y ahí nunca se navega tranquilo, la verdad.  A ese muchacho le sobra el bigote y le falta un parche en el ojo para pasar de camarero de Vacaciones en el Mar a auténtico corsario.

De Setién no imagino otra cosa con Junior, si llega la circunstancia, que una escena parecida a aquella de Luis Aragonés cuando cogió al indolente Reyes de la pechera y le dijo unas groseras palabritas para meterle el veneno competitivo en el cuerpo. Si no sucede así, quedará comprobado que el Barça tiene, en el argot de Cincuenta Sombras de Grey, un entrenador vainilla. Y me temo que rara vez es ese el sabor de helado que piden los campeones.

P.D.: Nos vemos en Twitter: @juanblaugrana