Andábamos entre brindis y mazapanes cuando apareció Ernesto Valverde para darnos la Navidad en una meliflua pieza de relaciones públicas colgada en la web del Barça. "Haciendo balance del año" y tal, nada nuevo bajo el sol del periodismo deportivo más complaciente. Con el máximo respeto a los compañeros que la manufacturaron, permítame por favor que no llame 'entrevista' a esta sesión de jacuzzi, aunque sea por honrilla profesional. También consiéntame que a algunas frases del técnico azulgrana que me llamaron la atención en su versión original les ponga unos pocos subtítulos de mi cosecha. Tal que así:

-“Hasta Liverpool llevábamos una Champions increíble", dice Valverde. Pues sí, concretamente fue increíble ganar 3-0 al Liverpool en la ida de semifinales despachando un partido tan defectuoso. Por supuesto, como ya hizo contra la Roma un curso atrás, el plan maestro del técnico extremeño después de haber sido pero que bastante inferior a su rival en el Camp Nou fue repetir once fuera de casa. Ya sabemos qué tal le salió.

-"En Anfield tuvimos ocasiones". Albricias, el Barça jugó un partido e hizo ocasiones de gol. No sé a qué esperan para cambiarle el nombre a la plaza de Sant Jaume por Plaza del Txingurri. 

-"Pero encajamos el primer gol muy pronto". Esto es una faena, en efecto, porque exige una rápida reacción desde el banquillo que evite que el equipo se desmorone en el partido más importante de la temporada. Era el momento de la verdad para Valverde. Ya sabemos qué tal le salió again.

-"Desde el punto de vista psicológico hubo momentos en que se nos pasó por la cabeza lo que ocurrió en Roma. Tuvimos ese momento de debilidad que nos penalizó". El plural no es de modestia, se conoce que a él también le flaquearon las piernas. Pero, ¿qué prefiere usted? ¿Un técnico con la cabeza fría y máxima profesionalidad o un entrenador empático que se hunde con sus jugadores en el peor momento? No es que Valverde la pifiara, es que en el fondo es un romántico.

Ernesto Valverde en el clásico / EFE

Ernesto Valverde en el clásico / EFE

-"Fue uno de los momentos más duros del año”. Uno de ellos, ya ven. Junto con el resultado de Eurovisión, la muerte de Chiquito de la Calzada y los 10 primeros minutos del documental de Sergio Ramos (nadie ha visto un segundo más). Disculpen un momento, que me voy a comer unas cerillas que tengo por aquí...

-“Es verdad que después del mazazo de Liverpool llegamos a la final de Copa un poco tocados desde el punto de vista anímico. Si hubiésemos ganado en Liverpool, hubiésemos ganado la final”. Así que ya ve usted. De nuevo fue el romanticismo lo que privó al Barça de ganar un título. Como escribió Gustavo Adolfo Bécquer: "Mi vida es un erial, flor que toco se deshoja; que en mi camino fatal alguien va sembrando el mal para que yo lo recoja".

Admito que me he puesto un poco cáustico. Y también que en lo tocante a las impresiones de Valverde sobre las dos Ligas que el Barcelona ha levantado con su enjuta persona al timón no pongo ni un pero. Fueron difíciles, se ganaron con holgura y se les dio carpetazo con toda solvencia, arrollando a los rivales directos. Pero no encuentro por ningún lado la respuesta a esta pregunta: "Míster, ¿cree usted que cualquier equipo al cual el Barça gane en la ida de una eliminatoria de Champions se ve ahora con más confianza para remontar en la vuelta?". También me chirría que el entrenador de la triste figura hable de Messi, Griezmann o De Jong pero no de Jordi Alba, Piqué, Busquets o Rakitic, cuatro jugadores veteranos cuyo rol en el Barça sin duda merece una profunda reflexión.

Pero claro, recuerden que no se trata de una entrevista sino de un masaje con pedicura. Es decir, no se discute si Valverde ha hecho méritos esta temporada para comerse el turrón, sino cuál le gusta más, el blando, el de nata con nueces o el de chocolate con almendras aux fines herbes. El mayor mérito entre sus respuestas quizá esté en haber encontrado una nueva manera de elogiar a Messi: "Cada día, en todas las facetas del juego, exhibe perfección". Sospecho que los propios plumillas a sueldo del club le ayudaron a pergeñar este valdanismo de saldo. Pero eso hoy ya da igual. Hay que volver al trabajo, la vida y el fútbol siguen. En esta Liga de los ciegos, el Barça es rey. Y en lontananza, el Nápoles solo ve una y otra vez los vídeos del Olímpico y de Anfield. 

Incluso yo preferiría eso a tragarme el masaje navideño de Valverde.

P.D.: Nos vemos en Twitter: @juanblaugrana