Con la temporada cerca de su finiquito por el maldito virus, es inevitable que quienes navegamos en las aguas del periodismo deportivo con esta calma tan chicha tiremos de remo para apuntar la proa hacia el mercado de fichajes. Ya saben, la cabra siempre tira al monte, cuando un tonto coge una linde se acaba la linde y... etc. Pero, como si se tratara de un episodio de la mítica Expediente X, detrás de cada giro de guion se adivina la silueta del Fumador, preparada para descabalgarnos de nuestras conjeturas y hacernos perder pie con la realidad. No olvidemos que, en estos días extraños, el bueno de William B. Davies sería población de alto riesgo.

Yo quiero creer... que habrá verano y no solo encierro, aunque sea en la segunda quincena de agosto o la primera de septiembre, la del veraneo de los guays sin hijos ni asignaturas suspensas. Y, con el estío, llegarán el clásico mercadeo futbolero y la ilusión por seguir el culebrón de turno. Quizá, con muchísima suerte, leyendo Culemanía en el móvil desde una playa, aunque sea con el aforo limitado y un ratillo nada más. Pero al mismo tiempo asombra cómo llega el Barça a las puertas de armar un nuevo equipo: con un proyecto de crack como Dembélé tan mal gestionado que no tiene un solo pretendiente formal, con Coutinho un tanto revalorizado pese a jugar en el Bayern incluso peor que en el Barça (en la Premier ya no saben qué comprar, asi que te compran lo que sea), con Griezmann en el disparadero pese a que se proyectaba con más de 20 goles al final de su primera temporada, y con Neymar (otra vez) como objetivo número 1. Y eso, solo en la delantera.

Teniendo en cuenta que el último fichaje para la línea de ataque azulgrana ha sido Braithwaite, tampoco es que se pueda poner mucho más delirante la cosa. No me entiendan mal: en lo que le hemos visto sobre el campo, don Martin ha demostrado ser rápido, bastante preciso en casi todas las artes futbolísticas propias de la ofensiva, y además le pone ilusión. No es poco, y está por ver si el tal Lautaro lo mejoraría. Pero si el verano acaba con Griezmann deportado por triste, Coutinho de vuelta en la nada brasileña Inglaterra, Bartomeu negociando con Dembélé si le pueden pagar en pizzas parte del sueldo que se lleva por no jugar y Messi acompañando a Abidal a París a punta de pistola para fichar al amigo Ney... no se extrañen. Y tampoco se preocupen demasiado. Podría ser mucho peor.

Que Neymar es insufrible lo sabe todo el mundo. Que es el único futbolista del Barça al que hemos visto irse de cuatro rivales arrancando a pie parado, también. Por muy maltrecho que tenga ya el tobillo, no hay que enseñarle nada excepto que si agacha la cabeza y se dedica a jugar todavía podría ser algo más que una nota al pie de la historia del fútbol. A estas alturas me extrañaría mucho que no viniera, porque Messi se está mirando el carné de identidad y ve que no le queda mucho tiempo para jugar junto a los mejores y ganar alguna Champions más. Así que se va a poner pesado de verdad. En el mejor sentido, y mi opinión es que será bueno para el Barça. Con todo, tampoco podemos olvidar que el debate sobre quién debe formar parte de la plantilla el año que viene, Neymar o Braithwaite, nunca debió existir. Y aun así aquí está, mirándonos con ojos de loco. A veces el Barça da más miedo que un tío tosiendo en el supermercado. Pero también tiene su emoción, ¿o no?

 P.D.: Nos vemos en Twitter: @juanblaugrana