Ante los últimos intentos de Ousmane Dembelé por que Xavi Hernández medie para acomodarle un nuevo contrato en el Barça, se hace saber en este blog:

1) Que sí, que si quisiera podría ser el mejor del mundo en su posición. Pero no quiere. O no sabe. Quizá ambas.

2) Que también, que su capacidad de desborde es evidente, las dificultades que crea para cualquier defensa rival son ostensibles y los informes sobre su estado físico más allá de lo que se ve a pie de campo, bastante positivo en la segunda mitad de año, son francamente favorables. De hecho, de no ser así es muy dudoso que Mateu Alemany hubiera aceptado hacerle a su representante algo parecido a una propuesta de nuevo contrato. Luego hablamos de un futbolista amortizable. Especialmente si pensamos en lo que el Barça pagó de traspaso por El Mosquito (cojonero). Alargar su contrato a cambio de un rendimiento medio-alto y continuado es mejor negocio que dejarlo marchar libre.

3) Sin embargo, su capacidad para fabricar juego ofensivo sigue siendo discutible. Sobre todo, porque se atribuye a Disraeli una frase que en este blog recordamos mucho: en el ancho territorio de la falta de honestidad "existen las mentiras, las malditas falsedades... y las estadísticas". Rebasar a tu marcador, que te esperen dos compañeros al segundo palo y tú la pongas rasa al primero por ninguna razón en particular obviamente no cuenta como ocasión generada. Pero marcarse 50 jugadas de esas cada dos partidos y acertar con una que, esta sí, cuenta en la estadística de marras, no puede colocarse al mismo nivel de mérito ni dice lo mismo de un futbolista que si es capaz de fabricarlas cada ocho o diez intentos, como hacen Pedri o el mismo Frenkie. El problema de Dembelé no es que no ataque. Es que ataca todo el rato y bastante bien, de hecho, pero con pírricos resultados. Por eso el Camp Nou ha vivido con él una relación de amor hacia el vértigo que generan sus eslaloms y odio hacia lo poquito que se traducen en asientos contables en el marcador.

4) Una cosa que sí genera Dembo son pérdidas de balón en momentos inoportunos. O, como lo llaman en Can Barça, "lo mismo que hacía Messi pero oye, luego metía 60 pepinos y daba 30 pases de gol en una temporada y ni tan mal". Esos números el flacucho francés que lleva casi un lustro defraudando al barcelonismo en todos los sentidos no los va a rubricar jamás, obvio. Ni aunque fuera el mejor del mundo en su posición ni aunque volviera a nacer en Rosario. Tampoco sería justo pedírselos. Pero eso de que no tenga otra manera de jugar que a su bola lo va meciendo hacia un papel de revulsivo desde el banquillo, no de titular. Oh, sorpresa, quizá por eso no andan todos los equipos de Europa peleándose por él este mes.

5) Con todo y con eso, a Xavi no le sobraba Dembelé en enero y tampoco le sobra ahora. Es normal. Sobre todo, porque amenazan con colocarle como sustituto del malhadado Ousmane al sospechoso y carísimo Raphinha, al vetusto Di María o a alguna otra oportunidad de mercado con más kilómetros que el coche de Bergkamp. Son de pura lógica dos cosas: que el de Terrassa prefiera que, aparte de renovar a Gavi, le fichen defensas, un 9 y un pivote, y también su sospecha de que entre Trincao, Ousmane y Abde se pueden repartir provechosamente los minutos asignados a 'especialistas' en el desborde. Y todo sin pagar traspaso, lo que nos lleva de vuelta al punto 1: els diners de las palancas, mejor para arreglar la verbena que precede a Ter Stegen y para comprar gol. Lo básico, vaya, teniendo en cuenta que centrocampistas buenos y jóvenes los hay ya en plantilla.

6) En cualquier caso, llegados a este punto, seré breve: Xavi, por favor, si te llama Ousmane no le cojas el teléfono. Hazlo primero por el muchacho, para que espabile un poco en la vida. Y segundo, porque el barcelonismo se merece algo mejor o, como mínimo, unas pocas semanas apacibles para soñar con un futuro menos artero. Todo el mundo sabe que con un mosquito zumbando en tu oreja no hay dios que duerma bien en verano.

P.D.: Nos vemos en Twitter: @juanblaugrana