Caglar Soyuncu, el defensa que lleva en la agenda del Barça desde 2016

Caglar Soyuncu es uno de los grandes nombres que ha dejado hasta la fecha la Premier League. Esta es la segunda temporada en la liga inglesa y se ha convertido en uno de los pilares del Leicester City. Sus buenas actuaciones han provocado que esté en la lista de futuribles de varios equipos de primer nivel.

Como no podía ser de otra manera, el Barça es uno de esos clubes que lo siguen de cerca, pero no es nada nuevo. Llevan varias temporadas estudiándolo detenidamente. El interés culé surgió en 2016 cuando el jugador militaba en las filas del Altinordu, un equipo de la segunda división turca. Ya se le veían cualidades tanto defensivas como en la salida desde atrás.

Caglar Soyuncu con la selección turca / EFE

Caglar Soyuncu con la selección turca / EFE

Ese verano dio el salto a la Bundesliga. Lo fichó el Friburgo por poco más de 2,5 millones de euros y dos temporadas más tarde ya se fue a la Premier League. Los de Brendan Rodgers pagaron unos 23 millones de euros por él en verano de 2018. A sus 23 años es ahora un indiscutible con los foxes.

Interés reconocido

Soyuncu ha sonado para reforzar a varios grandes de la Premier League, pero también sigue estando en órbita Barça. Su exrepresentante, Mustafa Dogru, comentó recientemente en el diario AS que los culés hicieron una oferta hace cuatro años y que podrían volver a por él este verano: “Es posible que Caglar pueda ir a jugar al Barcelona este verano”.

El agente explicó que “el Barça ya quiso firmarle cuando jugaba en el Altinordu. Negociamos con ellos y presentaron un proyecto. Pero nosotros pensamos en que debería ir a un equipo en el que sea titular de forma permanente para que se desarrolle correctamente. Por esta razón, decidimos aceptar la propuesta del Friburgo”.

Al interés culé, su exrepresentante también le suma el de varios grandes como el del Liverpool o el PSG, pero también la posibilidad que termine en España. Real Madrid y el Atlético de Madrid lo vigilan desde que jugaba en el Friburgo alemán. La gran complicación es su precio, piden unos 50 millones de euros.