Las noticias son grandes y a la vez pequeños destellos de luz. Lo que la semana pasada era la gran exclusiva mundial del diario El Mundo con el contrato de Leo Messi, ahora parece que ha pasado en un cajón del olvido. La campaña contra el argentino no viene de Madrid ni del periodista a quién le cayó del cielo el contrato, sabemos que viene desde casa pero más allá de que no deben sorprendernos estos números ni son un escándalo si se cierran de forma lícita y se comparan con otros como los de Dembelé o Coutinho, sí merece dos reflexiones al respeto.

La primera, la estrategia de los asesores de Leo es errónea. ¿A quién pretende hacer llegar una demanda? De entrada, el periodismo es esto y toda la vida se ha hecho. Incluso Jordi Villacampa lo recordaba de su época en el Joventut y es lo que toca hacer. De la otra, blanco y en botella que quienes cierran el contrato están en la diana de ser señalados como los que han filtrado esta información. ¿Pero que se puede hacer al respeto delante de un juez? ¿La deducción lícita y lógica es una prueba imputable? De lo único que nos sirve es para constatar los problemas internos del club que ya avancé en esta humilde columna hace tres semanas: hay muchos cargos de confianza de la antigua directiva que para marcharse deben cobrar indemnizaciones millonarias, saben que el club no tiene cash y aprietan por donde sea.

Y la segunda reflexión, y lo ligo con el título de este artículo: una de las cláusulas era que aprendiera el catalán. Esto, me pregunto, no entiendo cómo sorprende a nadie. Es una cláusula universal de los azulgranas que se incorpora en todos los contratos. Más allá de ello, el blanqueamiento que se ha hecho de este tema con Messi me parece absurdo: que si a su hijo le pone canciones infantiles en catalán, que si en dos entrevistas ha confesado que lo entiende pero le da vergüenza hablarlo... Excusas. Su madre tuvo que volver a Argentina con la hija pequeña, la hermana de Leo, porque no se adaptaban a la lengua. Lo veían como un obstáculo, algo difícil de entender pero ellos así lo sentían. A Messi siempre le ha faltado este grado de adaptación porque nunca ha tenido la predisposición como sí Ter Stegen o Arthur en su momento. Y se puede ser el mejor del mundo, se puede aceptar que hay una campaña de desprestigio pero también se puede informar con rigor y veracidad de las cosas: y Leo Messi, siempre le ha importado un pito este punto de integración.