Ni Koeman, ni Laporta, ni Bartomeu. El culpable de todos los males que atormentan al FC Barcelona es Don Josep Guardiola Sala.

Basta ya de pitar al pobre Sergi Roberto; hace lo que puede. Basta ya de cargar ríos de tinta ácida contra Piqué, Busquets y Jordi Alba por estar mayores; es ley de vida. Basta ya de machacar a Coutinho por ser el infumable fichaje más caro de la historia del Barça; en el Liverpool parecía bueno. Basta ya de señalar erróneamente. La culpa la tiene Pep.

Guardiola tiene la culpa por ser el único y verdadero artífice del mejor equipo que ha visto la historia del fútbol mundial. Guardiola tiene la culpa por haber sido el descubridor de un sistema que sublimó a Leo Messi como el mejor de todos los tiempos cuando todo el mundo sabe que en cualquier otro club jamás habría hecho lo que hizo aquí. Guardiola tiene la culpa de habernos mostrado el Olimpo del fútbol; tiene la culpa de habernos malcriado como al niño pequeño al que cada día le compran caramelos y juguetes nuevos para que no llore; tiene la culpa de habernos viciado a la droga dura que repartió durante cuatro años en el Camp Nou.

¿Qué esperan de Koeman? ¿Qué sea el arquitecto que fue Pep para reconstruir un equipo hecho ruinas? ¿Qué esperan de Laporta, cuya mejor decisión fue precisamente esa, confiar en Guardiola escuchando los consejos de Evarist Murtra, que le disuadieron de fichar a Mourinho? Ahora dicen que quiere a Pirlo. ¿¡Y qué esperan de Pirlo!? ¿Se creen que con el italiano volveremos a la cima? Con suerte salvará la temporada y le dejarán que planifique la siguiente en verano. Con muchísima suerte. Si viene, más vale que lo haga confesado: no sabe dónde se mete.

Muchos se llenan la boca hablando sobre Johan Cruyff. Fue un genio, sin duda alguna. Un visionario inimitable. El gran mentor de Guardiola. Pero no se puede comparar la obra del uno con la del otro, por favor. Cruyff puso su semilla, como anteriormente habían hecho Rinus Michels o Helenio Herrera, y pasó a la historia por romper el maleficio europeo de la mano de Ronald Koeman y ese temible Dream Team. Pero no se acercó, ni por asomo, a lo que vino 20 años después. Todos aquellos técnicos contribuyeron a forjar la idea que tantos otros anónimos acuñaron en La Masía para que un elegido, Pep Guardiola, llevase a su máxima expresión.

Pero Pep se fue hace 10 temporadas. Y desde entonces, con la excepción única de Tito Vilanova, que se libró de los palos por un cáncer letal, todos los que han pasado por el banquillo culé han sido acribillados. Desde el Tata Martino a Ronald Koeman, pasando por mi querido Luis Enrique, el pragmático Valverde o el desorientado Setién. Ninguno ha sido bastante para la enorme exigencia tribunera que imprime el FC Barcelona. Y ninguno lo será mientras sigamos teniendo inyectadas en vena las funciones que regalaba aquel Barça inigualable. No volverá, porque Pep no quiere volver. Y, mientras tanto, su dulce recuerdo nos mata.