Otro revés. Palo tras palo. Y siempre cometemos el mismo error. Nos volvemos a ilusionar con unos jugadores que tienen un talento descomunal y que adolecen de la mentalidad necesaria para competir al primer nivel. A la hora de la verdad, nada de nada. Otro bajón. Seguir al Barça estos últimos años es como darse de cabezazos contra la pared. Una losa. 

Uno se reconcome por dentro buscando explicaciones. Intentando descubrir a los culpables. Pero la realidad es que no se salva nadie. Ni los dirigentes, ni los entrenadores, ni mucho menos los jugadores. Este martes, tras el porrazo que se pegó el Barça contra la Juventus de Cristiano Ronaldo (0-3) con un primer gol de penalti injusto, algunos nombres clave fueron Trending Topic en Twitter: Bartomeu, Valverde o Piqué

Al expresidente lo señalan como el gran culpable de todos los males del club. En cambio, ahora hay quien beatifica al aburrido Valverde porque al menos proponía algo de lo que carece Koeman, equilibrio y solidez defensiva. Precisamente, sobre el fatalismo defensivo, las redes clamaron por el regreso de Gerard Piqué, el sustento de un Clement Lenglet que vive aturdido sin el central catalán a su lado. 

Ya van cinco partidos este año que han acabado fatal por culpa de graves errores individuales. ¿Quién es el culpable? A priori, los jugadores, por falta de concentración. Aunque, se pone difícil señalar a unos sobre otros cuando todos fallan tanto. Por ejemplo, Busquets y Coutinho, que fueron fulminados tras su mal partido en Cádiz, no jugaron contra la Juve en otra actuación lamentable. Pjanic, que se quejaba públicamente por falta de minutos, fue titular y firmó un encuentro muy decepcionante. Como el gran señalado de este martes, Lenglet. 

Obviamente, ello también obedece a una absoluta ausencia de liderazgo que no se resolverá hasta que se vaya Leo Messi del Barça. El astro argentino fue de los mejores contra la Juve. Activo, participó y buscó el gol de forma incansable, protagonizando la mayoría de los disparos a portería del equipo; pero ha perdido casi toda la pegada que tuvo en el pasado. La efectividad de antaño brilla por su ausencia, esterilizada por un portero de 42 años como Buffon. Y la realidad es que nunca ha sabido ejercer de líder. 

El problema de liderazgo se resume en falta de actitud cuando van mal dadas. Cuando se tuercen las cosas, seguimos careciendo del Puyol de turno para pegar cuatro gritos bien pegados. Eso nunca lo supo hacer Messi, y tampoco lo han hecho los últimos entrenadores. Ni Valverde, ni Quique Setién... ni el propio Koeman, que pone morros en el banquillo y patalea en sala de prensa

El técnico holandés se está metiendo en una encrucijada preocupante. Empezó muy bien, con máxima transparencia y sinceridad ante los medios, algo que se agradece horrores a la hora de trabajar haciendo el análisis del día a día. Sin embargo, Koeman peca de ingenuo en demasía. Carga con excesiva facilidad contra los jugadores y entona muy pocas veces el mea culpa. Los mejores entrenadores de los últimos años, especialmente Guardiola, Simeone y Zidane, nunca han sido de cargar en público contra los futbolistas. Asumen la respondabilidad y, luego, en privado, ya pasan cuentas con quien haga falta. Si no actúan así, se les puede poner el vestuario en contra. Y eso es lo más peligroso. 

Koeman debe revertir la relación con sus futbolistas para que vuelvan a mejorar la actitud, y debe agarrarse a los buenos momentos que se han visto este año en Champions. Es alucinante como esas buenas sensaciones contra la Juve a domicilio, así como en Kiev y contra el Ferencvaros en Budapest, se han evaporado por completo en esta montaña rusa azulgrana.

El holandés debe buscar la complicidad con sus pupilos, porque incluso el capitán oficioso Ter Stegen insinuó que la mano del técnico no se nota en la gestión defensiva colectiva. Pero al mismo tiempo debe mantener la autoridad e imponerse a los jugadores que se pasan de listos. Cedió ante Griezmann cuando se quejó de su posición. Y ha cedido cuando Pjanic se ha quejado de falta de minutos. Por el momento, con lo que no cede es con el sistema, aunque los críticos hacia el 4-2-3-1 cada vez meten más presión.