Aprovechando el eco mediático de la previa del partido de ida de las semifinales de Champions, el PSG ha deslizado que tiene una oferta preparada para fichar a Messi, “económicamente” insuperable, de 2 años fijos más uno opcional y ofreciéndole un proyecto deportivo muy competitivo ya que el conjunto parisino es el actual subcampeón de la Champions y actual semifinalista. La propuesta parece tentadora. Sin embargo, lo que menos debería importarle ya a Messi es el dinero porque el Barça se lo ha dado todo y más. Hasta una prima de fidelidad que cobrará íntegramente cuando acabe contrato y sea libre para irse a otro club. Su familia, primogénitos y próximas generaciones tienen los gastos pagados. Ahora debería priorizar su felicidad personal y familiar.

En Barcelona lo sigue teniendo todo. Un proyecto deportivo ilusionante, con jugadores jóvenes de mucha calidad, un entrenador competente que ha sabido remotivarle, un gran club que le sostiene en la primera línea mediática para seguir ganando los mayores títulos colectivos e individuales y el cariño absoluto de la afición y el país. Y con la vuelta de Laporta ha recuperado el buen feeling con los dirigentes. No en vano, es el presidente que le acompañó en su etapa de crecimiento hasta llegar a ser el mejor jugador del mundo. Aunque el profesionalismo salvaje actual deja poco margen al romanticismo, Messi debería ponderar que su “matrimonio” con el Barça ha sido muy feliz para ambas partes. Cuando Messi tuvo graves problemas personales por el delito fiscal, el club estuvo a su lado apoyándole en todo momento. Florentino, por ejemplo, no lo hizo con Cristiano a quien poco menos que repudió.

Ahora es el Barça el que está en dificultades. Está sufriendo las consecuencias del covid, con las instalaciones cerradas durante 14 meses que ha supuesto la desaparición de 550 millones de euros de ingresos y ha entrado en importantes pérdidas porque debe soportar una masa salarial disparada, básicamente por la hemorragia de millones que le paga. El Barça no puede igualar la oferta económica que el PSG le presentará después de abrir el grifo del petróleo. Messi debe decidir entre fidelidad o codicia. Entre ayudar al club de su vida o marcharse pensando en engordar su cuenta corriente. Y si por 2 años que le quedan al más alto nivel le vale la pena romper el idilio de ser un “one club man”. Pelé debe ser su espejo. Vistió la camiseta del Santos durante 19 temporada y se retiró jugando en EEUU. Decida lo que decida, Messi fue, es y será el jugador más importante en la historia del Barça y el club debe estarle eternamente agradecido. De la misma manera que él se lo debe todo al club azulgrana.