Las recientes exclusivas sobre Leo Messi, y especialmente Gerard Piqué, confirman que el Barça y la directiva actual de Joan Laporta no apuestan, de momento, por el retorno del astro argentino y, menos aún, por la continuidad del central de la Bonanova. La tormenta perfecta se ha desencadenado contra el jugador: el club no quiere pagarle el contrato millonario que firmó con Josep Maria Bartomeu al frente de la entidad; Xavi, a diferencia de Sergio Busquets, tampoco le perdona que no lo votase como capitán cuando coincidieron como jugadores y, menos aún, que se fuera a promocionar en El Hormiguero el fracaso de la Copa Davis cuando entró la temporada pasada para sustituir a Koeman; y, en tercer lugar, su ya expareja, Shakira, que por casualidades de la vida sacó la exclusiva para Elle sobre el dolor de su ruptura el mismo día que El Mundo publicaba uno de los tantos fascículos que acabarán de hundir al futbolista.

Desde esta columna, hemos reiterado que él tiene la potestad y el derecho de no perdonar los 45 millones que el club le debe, pero debe saber que la maquinaria de un Barcelona más importante que el mismo gobierno de la Generalitat, si ponemos paralelismos, es mucho más fuerte que él. Gerard deberá calibrar si, a fin de cuentas, no le sale más rentable ‘perdonar’ algo de dinero y frenar los ataques que recibe por tierra, mar y aire. ¿Alguien, incluso él, todavía se piensa que algún día será presidente del club? El futuro empresarial, más allá del deportivo, va ligado a la imagen que mínimamente pueda conservar de sus últimos tiempos.

Y, ya entrando en el detalle, déjenme añadir unos datos curiosos sobre una de las exclusivas que los compañeros y profesionales de El Mundo han publicado en los últimos días: el documental de Griezmann. Conocemos las cantidades económicas y las presiones para ello. Pero hay más aspectos que son relevantes y retratan esta manera de hacer del Piqué que se creía inmortal y que nunca se le giraría nada en contra.

Pues bien, aquí va la anécdota: el documental La decisión se hizo después de una conversación entre Piqué y Bartomeu donde éste le recriminaba la publicación de la famosa fotografía del Se queda con Neymar. Acto seguido, Piqué intentó relativizar el enfado y, finalmente, le propuso producir este reportaje que el entonces presidente acabó ‘comprando’.

Incluso a posteriori, Piqué se reía de lo fácil que había sido sacarle el negocio pese al malestar inicial de Bartomeu. Pero todavía hay más: el reportaje se preparó y solo se reservó el desenlace final de si venía o no al Barcelona para el último momento, de la mano de un pequeño equipo técnico de Kosmos que voló a Madrid para filmarlo. Obviamente, Piqué y su entorno ya sabían que el francés se quedaría una temporada más en el Atlético de Madrid, pero el jugador calló ante la directiva azulgrana. Este aspecto ya fue el colofón final para romper relaciones en el ámbito audiovisual entre club y jugador. Por eso, documentales posteriores como el de las intimidades del vestuario de los jugadores ya se hicieron con muchos interrogantes, malestar de los propios compañeros de Piqué y con una producción ajena a su empresa.