Contados son los cracks que han salido bien del Barça. No importa la época: el club no se caracteriza precisamente por su tacto a la hora de decir adiós a sus estrellas. Cuando considera que ya no sirven para su proyecto les da una patada. En otros tiempos, argumentaba que eran “viejos” aunque ni siquiera tenían 30 años. Ahora también influye mucho la economía. El último caso de este tipo es el de Leo Messi, pero antes hubo muchos, y, desgraciadamente, los habrá después. Ahora bien, cada uno de estos jugadores también tiene una forma peculiar de demostrar su amor por los colores azulgranas.

Pongamos por caso la salida de Josep Seguer, el comodín del Barça, a mediados de la década de 1950. La entidad le invitó a salir sin mucha delicadeza, y él eligió seguir jugando en el Betis, entonces en Segunda, porque no quería enfrentarse al cuadro azulgrana –a pesar de que tenía alguna oferta de Primera–. Más recientes, y parecidas, son las despedidas de Andrés Iniesta y Xavi Hernández, dos de los fenómenos que sí se han marchado por la puerta grande. Ambos optaron por quemar sus últimos años en golosos destinos exóticos, Japón y Qatar, respectivamente, porque, aunque todavía tenían fútbol para mantenerse en la élite –tal vez no tanto para la exigencia del Barça–, ninguno de los dos quería medirse a su exequipo ni en un amistoso. Por si fuera poco, Xavi ha regresado, pero como técnico, con el objetivo de devolver al cuadro blaugrana al lugar que le corresponde. ¿Existe mayor muestra de amor?

Después está Leo Messi, que ha preferido los millones del PSG a pesar de que en su ambición personal pudiera eliminar de la Champions al Barça, que se lo ha dado todo. La jugada no le ha salido del todo bien en lo deportivo, pero sí en lo económico, aunque para llegar a esta conclusión no hacía falta ir a París; podía irse a Oriente Medio, Asia o Estados Unidos. Él sabrá. Feliz feliz no se le ve. Y, por último, aparece en escena Gerard Piqué. El capitán es noticia por los audios robados en los que se le escucha organizar con el presidente de la RFEF, Luis Rubiales, la Supercopa de España en Arabia Saudí y repartir millones a su antojo. Su situación es especial porque, por una parte, es empresario desde hace años a la par que futbolista y ha ayudado a su club a ingresar mucho dinero con contratos de patrocinio como el de Rakuten. Y, ahora, también con este torneo, en el que todos ganan. Él, el primero. Es otra manera de querer al Barça. Sin embargo, toca cuestionarse si él, que se beneficia de su posición, debe ser el responsable de ciertos negocios que impliquen al FC Barcelona, por muy legal que sea. Aun así, no deja de sorprender que esto salga a la luz justo cuando se rumorea su posible regreso a la selección española con motivo del Mundial de Qatar 2022.