Todo o nada en la Champions. El Barça se jugará todo el curso en Europa. El equipo de Xavi ha suspendido todos los parciales del curso y no llega a la gran cita con los deberes hechos. Ni con buenas sensaciones. El pasado, además, ha sido muy cruel con el club. En Nápoles comienza la cuenta atrás para un Barcelona que el 30 de junio cerrará un ciclo. El de Xavi Hernández como entrenador.

El Barça fue admirado y respetado hace una década. Entre 2006 y 2015, ganó cuatro Champions con tres entrenadores distintos: Frank Rijkaard, Pep Guardiola y Luis Enrique. A partir de entonces comenzó su declive porque el equipo no supo renovarse. El expresidente Josep Maria Bartomeu no tomó decisiones drásticas y la cosa fue de mal en peor.

La gran crisis estalló en agosto de 2020, el año de la pandemia, con el 2-8 que le endosó el Bayern en Lisboa. La derrota más humillante fue el principio del fin de Bartomeu, relevado poco después por Joan Laporta.

Laporta prometió que el Barça volvería a ser el mejor club del mundo. También aseguró que sellaría la renovación de Messi en un asado y que desvelaría las comisiones que cobran los intermediarios en cada fichaje. El máximo dirigente no ha cumplido su palabra y, hoy, el Barça está mal, con la soga al cuello, con una deuda asfixiante y con un entrenador del que dijo que "todavía está verde" meses antes de ficharlo.

Hace un año, el Barça parecía que volvía, al ganar la Supercopa de España y la Liga, pero el club vive al día, sin un plan, hipotecando activos y viviendo por encima de sus posibilidades. En un curso año horrible, solo la Champions puede redimirle y aliviar sus males. En Nápoles, en la primera entrega de los octavos de final, se juega mucho. Puede ganar tiempo o quemarse cerca del Vesubio.