Hay mucho dinero y quizás una candidatura con el partido del Barça contra el Nápoles. La Champions es lo único que queda para cogerse y maquillar una temporada que ha certificado un declive, un fin de ciclo que los "anti" tantos años llevan pronosticando. Por eso, el Barcelona sabe que en el regreso de Arthur está el negocio. Es una necesidad que venga para contar con todos los efectivos. Muestra de este nerviosismo es lo que han hecho con Riki y Ansu. Todo suma para el primer equipo, aunque por el camino se pierdan títulos y formas.

Arthur, de la noche a la mañana, se ha convertido en imprescindible. Todos conocemos su actitud, un tanto descuidada, un tiempo atrás. Sus fiestas de un miércoles "tonto" con Neymar por Barcelona, incluso cuando este ya jugaba en el PSG. Pero también es cierto que tiene potencial, es joven y demostró un compromiso indudable durante la cuarentena. De los pocos que entrenaban y decidieron ser autodidactas desde el gimnasio de su casa. Arthur cumplía a rajatabla, su equipo de management estaba muy contento y la actitud pública era positiva. Buena imagen y de adaptación intentando entender mejor la cultura de nuestra tierra aprendiendo catalán. También se prestó a abrirse en canal para la nueva plataforma audiovisual del club con un reportaje grabado desde Brasil con toda la familia. ¿Veremos esto alguna vez de Messi? Ya va tocando...

Por todo ello, ver el ninguneo, cómo lo llevaban como si fuera una peonza a Turín, con efecto sorpresa, ante la pasividad de Setién... Fue la gota que colmó el vaso. Arthur se va contra sus sentimientos. Él quiere al Barça, pero también le duele la actitud. Os puedo asegurar que si ahora toma esta decisión desde Brasil está mucho más motivada por su entorno, el que le representa, que incluso él. Arthur no perdona el trato de la directiva ni el cuerpo técnico pero, a la vez, lamenta este final. Es como cuando se acaba una relación: en muchos casos la situación debe terminarse y romperse, pero perdura el amor.