Vuelve la polémica al Barça. De la misma forma y con los mismos protagonistas que en la clausura de la temporada pasada. 'Vacas sagradas' y otras por consagrar que no acaban de entender la inmensidad y la grandeza que conlleva lucir el escudo azulgrana en el pecho. 

De nuevo vuelven al foco de atención jugadores tan cuestionados como Luis Suárez o Dembelé. Y para colmo, no en su mejor momento deportivo. Una situación a la que parecen hacer oídos sordos. Y pese a que la lectura genérica se resume en: 'Lesionados y de vacaciones', quizás los motivos son otros, pero no el mensaje que se emite a una afición que empieza a estar harta de la falta de disciplina de algunos jugadores que sobreponen sus intereses personales a los profesionales. ¡Con la millonada que cobran, ¿no?!

La entrega existe dentro y fuera del campo

De la entrega del charrúa no duda nadie y la demuestra cada segundo que viste la elástica azulgrana en el verde, pero en ocasiones la toma de decisiones, como en el fútbol, no ha sido la más adecuada. A nadie le gusta cancelar unas vacaciones, pero como en todas las profesiones existen contratiempos que deben tener prioridad a las aventuras personales para el goce y disfrute personal.

Pese a la derrota en el inicio liguero, Valverde mantuvo los días libres a sus jugadores, pero se antoja inconcebible que un peso pesado --que está en el punto de mira y necesita urgentemente una competencia directa-- se vaya de vacaciones a Tánger con su familia. ¿A caso va a descansar dos días en el hotel? ¿No debería quedarse en casa? ¿No puedo posponer el viaje e irse a un hotel de la Cerdanya a reposar si quiere alejarse de la multitud de la capital? Recursos no les faltan, ni a él ni a ninguno, para tener la mínima decencia de emitir un mensaje de compromiso total, o al menos, fingirlo.

Luis Suárez en el duelo de San Mamés / EFE

Luis Suárez en el duelo de San Mamés / EFE

Luis Suárez en el duelo de San Mamés / EFE

Sus vacaciones son tan lícitas como cualquier otra escapada en sus días libres, pero no estando lesionados. Si el capitán es el ejemplo dentro del terreno de juego, también lo es fuera de éste. Messi está totalmente concentrado en su recuperación desde el momento en que supo que sufría una lesión en el sóleo. Los periodistas no somos médicos, pero a nadie se le escapa que andar y visitar la ciudad marroquí en el caso de Suárez no es la rehabilitación que propondría cualquier doctor a un futbolista que apenas se ha lesionado 24 horas antes.

Tampoco para Dembelé, lesionado en el bíceps femoral izquierdo por enésima vez, decidió irse a Senegal sin tan siquiera visitar las instalaciones deportivas del Barça, tal y como había sido citado, y para más inri evitó comentar sus molestias al cuerpo médico tras finalizar el encuentro, aunque todos vieron tocarse en distintas ocasiones la zona al jugador.

Dar la mano, y coger el brazo

¿En qué momento se convirtió en esto el Barça? Un club obligado a conquistar tripletes como quien colecciona canicas, que no alza la Champions desde 2015 y que vive una presión externa asfixiante constantemente. Entiendo que la exigencia es máxima, pero la permisibilidad del club por contentar a los jugadores se ha convertido en el pan de cada día. Un pan duro para la afición y moldeado al gusto de los jugadores. Y quizás, y ojalá me equivoqué, esa sea una de las principales razones por las que Europa se nos atraganta. Esa autocomplacencia impropia de un escudo como el azulgrana. No es por la derrota en San Mamés, si no por las actitudes tomadas posteriormente. 

Cancelar unas vacaciones no es plato de buen gusto para nadie, pero la discreción y la humildad se han convertido en alicientes igual o más importantes en el fútbol actual, en un mundo en que las redes sociales agudizan todas las crisis y todo el mundo se convierte en periodista y lanza una exclusiva con tan solo publicar una fotografía. Y si no, que se lo digan a Rakitic en Sevilla --la temporada pasada-- cuando viajó a la feria de la capital andaluza horas después del histórico batacazo en Anfield.

Tampoco se trata de tempos, especialmente para Suárez quien se incorporó al equipo más tarde tras la Copa América y quien ha disfrutado, como Dembelé, de unas vacaciones que nunca podrán disfrutar la mitad de sus fans incondicionales. La mano izquierda ante semejantes estrellas es fundamental para mantener la convivencia en el equipo, pero que no se les olvidé que son la plantilla mejor pagada del mundo y que se deben a una institución y a la historia.