Josep Maria Bartomeu tiene un problema. Un problema gordo. En plena lucha de egos en la junta directiva del FCBarcelona, y con el presidente tocado por la crisis de las redes sociales y molesto con algunas filtraciones, seis directivos han notificado su voluntad de dimitir como respuesta al anuncio de Bartomeu de acometer una profunda renovación en la cúpula del club. La rebaja salarial aplicada a todos los deportistas profesionales del Barça agrandó una brecha que tardará en cicatrizar.

Emili Rousaud, Enrique Tombas, Silvio Elías, Josep Pont, Maria Teixidor y Jordi Calsamiglia han presentado la dimisión por discrepancias con la gestión de Bartomeu, a quien acusan de partidista. El caso más significativo es el de Rousaud, la figura elegida no hace tanto por el mismo presidente para liderar una candidatura continuista. Consejero Delegado de Factor Energía, ha liderado la revuelta contra Bartomeu con duras acusaciones. Desde apuntar que se han manipulado contratos a afirmar que alguien ha metido la mano en la caja del club.

Rousaud chocó con Bartomeu cuando se destaparon los contratos firmados con I3Ventures. Fue una de las voces más críticas. También expresó su malestar Jordi Cardoner, pero el vicepresidente primero no secunda, de momento, la revuelta de sus compañeros. Su pragmatismo y talante sosegado contrastan con el vendaval desatado por Rousaud.

Desde las elecciones de 2015 que Bartomeu ganó con suficiencia gracias al triplete del equipo de fútbol, el presidente del Barça ha tenido que gestionar muchas bajas de renombre por motivos dispares. Susana Monje, Carles Vilarrubí, Manel Arroyo y Jordi Mestre, entre otros, han abandonado sus funciones. De momento se sabe que Bartomeu ascenderá a Jordi Moix, el ideólogo del Espai Barça, pero necesitará otras terapias de choque para enderezar el barco. El posible fichaje de Jordi Roche, ex presidente de la Federación Catalana de Fútbol, no será suficiente.

Bartomeu, a un año y poco de las elecciones de 2021, deberá gestionar la mayor crisis de su etapa como presidente del Barça. La situación actual del club recuerda la vivida en 2008, tras la fuga masiva en la junta directiva del ex presidente Joan Laporta, que salvó por los pelos una moción de censura. El abogado barcelonés se lo jugó todo a una carta, Pep Guardiola, y apuró su mandato con grandes logros deportivos y una gestión económica no tan exitosa, motivo de una posterior batalla judicial que lastraría a la entidad.

En plena pandemia del coronavirus, Bartomeu también necesita una apuesta ganadora. La renovación debe llegar a todos los estamentos del club, empezando por los despachos y continuando en el campo. El desenlace, sin embargo, es incierto. Sin la pelota que dicte sentencia en el Camp Nou, el presidente está más expuesto que nunca. Necesita compañeros de gran valía y, de paso, recuperar la confianza de los futbolistas, a quienes podrá argumentar que las conspiraciones procedían del bando enemigo. En fin, un pitote de mucho cuidado que augura unas próximas elecciones presidenciales de armas tomar.