Siempre me ha llamado la atención saber cuáles eran las sensaciones que experimentaban los ídolos de la canción cuando actuaban delante de un público entregado, que se desgañitaba por seguir las letras y bailaba y saltaba al ritmo de su músico preferido. Y me habría gustado conocer si esas emociones eran mayores que las sentidas por un futbolista al marcar un gol y ver cómo el estadio se ponía de pie y coreaba su nombre. Hay cantantes que se han estremecido al ver el éxtasis de sus fans, y puede que hasta una lágrima de emoción hayan derramado, o han bajado del escenario para abrazarse con algunas personas del público. Pero en el fútbol todo parece más profundo, más exaltado, efervescente. Carles Puyol marca en el Bernabéu y sacude orgulloso su brazalete de capitán. Leo Messi marca en el mismo estadio y se saca la camiseta y se la enseña al público adversario. O lo hace en el Camp Nou y se sube en una de las barandillas del campo agitando sus brazos llevando al estremecimiento de los aficionados.

Creo sinceramente que una de las razones del tremendo bajón que está sufriendo el mejor jugador del mundo está siendo provocado por la falta de calor en los estadios, por no sentir nada que le haga vibrar como antes, por la ausencia de excitación. Messi ha jugado para divertirse y divertir, y ahora cada partido es como un entrenamiento, a puerta cerrada, frío, como un gin tonic sin ginebra, como una ciudad con los bares y restaurantes cerrados, o como están hoy los hoteles, sin clientes; o los aeropuertos, con pocos vuelos; o la Navidad que vamos a pasar con limitación de familia y horario. Y esa privación puede que afecte más a unos jugadores que a otros.

Messi sentía la pasión del público cuando iba a lanzar una de esas faltas que hoy no convierte ni rozan los tres palos. Esa energía, ese fuego encendido del aficionado debía tener sus efectos positivos y daban alas a Messi. Quiero pensar que es por eso y no porque está a disgusto. Prefiero imaginar que es por esa falta de calor en los estadios que porque está llegando al ocaso de su carrera.