Entendí los valores de Pep Guardiola cuando conocí a su madre, Dolors Sala. Con todos los respetos que siempre me merece su padre, Valentí, Dolors representa el 'seny' del hijo y Valentí este carácter latino, mediterráneo y lleno de garra cuando conviene.

Fue en mayo del año 2015. Por aquél entonces, Guardiola entrenaba al Bayern de Múnich. Venía de firmar otra Bundesliga y se enfrentaba contra el Barcelona en semifinales de Champions. Entonces yo trabajaba en 8aldia y decidimos con Josep Cuní ir hasta Santpedor para saber qué le podía pasar por la cabeza a Guardiola horas antes de enfrentarse al equipo de su vida desde un banquillo. ¿Qué mejor que hacerlo con la madre que lo parió? Dolors nos recibió en su casa. Recuerdo que prefirió hacer la entrevista desde el salón, relajada, sentada en la mesa del comedor, nada de sofás que te hunden cuando te sientas, y en un espacio que fuera suyo. Pero antes, nos quiso enseñar algunos de los recuerdos que guarda de su hijo Pep en la habitación de al lado donde todavía olía a infancia: fotos de familia, un cuadro firmado por todos los jugadores azulgranas cuando anunció que se iba, recuerdos de su infancia...

Dolors fue amable, cálida y sobretodo desprendía una tranquilidad que te hacía sentir cómoda. Recuerdo una anécdota que no se me olvidó. Le pregunté: "Dolors, ¿crees que Pep hoy estará nervioso?". Y me respondió: "Claro que sí, ya lleva días pensando en el partido, seguro que no duerme". Y Dolors me reveló 'el secreto': "Recuerdo que cuando nació, me dijeron que tenía una bolita chiquitita en la punta de la lengua, incluso se asombraron las mujeres que me vinieron a ver porque era una redondita muy pequeña, única, justo al principio. Y pensé, esto debe ser un don divino, una señal de que Pep será diferente". Y así fue. En un mundo demasiado dominado por los hombres, acostumbrados a lidiar con padres de futbolistas, conocer las madres puede llegar a ser una auténtica revelación de autenticidad. Dolors me aproximó a la faceta más íntima de Pep y siempre le agradeceré aquella tarde en Santpedor.

Descansa en paz, Dolors.