Mucho se ha debatido en el barcelonismo sobre cuál es la mejor tripleta de ataque de la historia del Barça. Grandes nombres como Paulinho Alcántara, Samitier, Kubala, César, Cruyff o Maradona marcaron el devenir de un club que experimentó una gran transformación a partir de los años 90 con el Dream Team.

Delanteros como Stoichkov, Laudrup y Romario copaban por entonces las portadas de los diarios deportivos. Luego pasaron otros mitos menos venerados como Ronaldo, Figo o Rivaldo hasta que Ronaldinho puso en marcha la nueva fase de la transformación con su sonrisa imborrable, que perdurará por los siglos de los siglos.

El astro brasileño formó una tripleta mágica junto a Eto'o y Deco que Pep Guardiola se encargó de enterrar para dar galones al verdadero emblema del barcelonismo: el único e inimitable Leo Messi.

Muchas han sido las delanteras que han brillado con el crack rosarino. Desde el propio Eto'o junto a Henry, a la dupla formada por Villa y Pedro. Aunque, probablemente, la mejor delantera de todos los tiempos fue la que se construyó en 2014, con Luis Enrique a los mandes de la nave culé.

Bautizada como MSN, contó con exhibiciones constantes de Neymar, Luis Suárez y el propio Messi. Los tres genios anotaron 122 goles durante su primer curso juntos y otros 131 tantos durante la temporada 2015-2016.

Con la fuga de Neymar rumbo al PSG las cosas cambiaron. En este segundo año de Valverde todo parecía indicar, especialmente tras el chorreo al Huesca (8-2), que el tridente se iba a convertir en un cuarteto: con Dembelé y Coutinho.

Dembélé prolonga con el Barça la mayor racha goleadora de su vida / EFE

Dembélé prolonga con el Barça la mayor racha goleadora de su vida / EFE

La ilusión de los cuatro fantásticos se extendió como la pólvora por el Camp Nou durante unas primeras jornadas frenéticas del extremo galo, autor de cinco goles en los seis primeros partidos oficiales del curso. Sin embargo, el sueño ha sido efímero.

Dembelé despertó en el mejor escenario posible, Wembley, cuando se dio cuenta de que en el mayor baño del equipo en lo que va de curso su presencia fue del todo inexistente. El francés se quedó en el banquillo y no jugó ni en el segundo tiempo.

Valverde tomó precauciones porque había que defender un marcador ventajoso ante un Tottenham correoso e incansable. La participación de Dembelé, experto en perder balones cuando no toca, hubiese sido una apuesta extremadamente arriesgada.

Al Txingurri le salió todo a pedir de boca. Gran victoria en Champions que consolida al Barça con el Inter, sumando los partidos por victorias y con seis puntos en el casillero.

Dembelé, en cambio, quedó nuevamente tocado. Como le ocurrió el curso pasado o este mismo verano con Francia en el Mundial. Es un diamante en bruto, un crack que apunta maneras, pero todavía está lejos de ser titular (y de valer 145 millones de euros).

Ousmane Dembelé en el banquillo del Barça / EFE

Ousmane Dembelé en el banquillo del Barça / EFE

Los cuatro fantásticos seguirá siendo una gran fórmula de marketing para hablar sobre los cracks ofensivos del Barça y participarán juntos en partidos a priori menos exigentes para deleite de los más adeptos al juego de ataque. Pero cuando el equipo se juegue las castañas, volverá la cruda realidad: Dembelé está condenado al banquillo.

El timorato Arthur, con su perfil prudente y moderado, le ha tomado la delantera al veloz mosquito. Y también ha bajado de su particular trono al Rey Arturo Vidal.

De momento, se antoja difícil que Dembelé pueda equiparase algún día a los grandes mitos citados en las primeras líneas de este texto. Pero que siga soñando. Porque los sueños, sueños son. Y a veces se hacen realidad.