Tengo ganas de leer crónicas alegres, llenas de entusiasmo, positivas, optimistas, que destrocen el desánimo, que arruinen al negativismo existente. Cada día admiro más a todos esos tuiteros culers que mantienen la fe intacta, que le ven cara de domingo a las derrotas, que en el fondo patean un posible contagio del pesimismo, que descartan el sufrimiento como sentimiento vivo en el deporte, especialmente ahora que corren estos tiempos en los que nos han cerrado hasta los bares y restaurantes, y en los que ya ni se puede gritar en los campos.

Tengo ganas de leer crónicas que inviten a sonreír aunque la tristeza esté abrazándonos cada día más. Hay que hacer cada día un ejercicio extremado y profundo para combatir la decadencia en la que estamos cayendo, para no contagiarnos, ya no del maldito virus, sino de esos relatos que solo cuentan desgracias, que viven de la ruina, que nos acercan al cataclismo.

Estoy totalmente convencido que los culemaníacos de corazón ya agotaron el dolor y ya no les quedan lágrimas desde aquella miserable noche de Lisboa. Perder contra el Getafe, después de las jornadas de selecciones, no es para activar más alarmismos como han pronosticado algunos. La Liga es larga y admite tropiezos. Ronald Koeman no prometió un campeón invicto. Juró compromiso y trabajo para recuperar a este Barça, que como todos los equipos grandes necesitan del furor de la afición, de los campos llenos de público donde coreen los nombres de sus ídolos, que señalen los errores de los árbitros, que piten a los jugadores “leñeros”.

Ya sé que no volveremos a ver aquel Messi que marcó un gol maradoniano al Getafe en el Camp Nou para regocijo de locutores como Puyal, que puso los pelos de punta a los oyentes y levantó de sus asientos a la gente del Estadi. Pero tampoco quiero ver a ese Messi que sus compatriotas bautizaron como pecho frío. Quiero volver a admirar a un Messi líder. Quiero ver ese Barça empeñado en emborracharnos de pasión aunque sea desde el bar y sofá de nuestras casas. Vamos Barça! Esta semana te brinda una gran ocasión para hacer un guiño a tu afición.