Todas las crónicas posteriores al derbi Espanyol-Barça coincidieron en describir que este Barça de Ernesto Valverde tiene diez minutos de fábula en los que es capaz de remontar un partido difícil, aunque sea con el colista, y que después camina, no aplica la misma intensidad que en esos 600 segundos.

Como eso no ha pasado solo una vez sino varias, hay que pensar si este Barça es como esos señores que con cinco minutos consiguen un orgasmo, aunque la pareja sea la más bella del mundo, y luego ya comienzan a roncar. Alguna vez he escrito que hubo una época del Barça de Cruyff que definía en el primer cuarto de hora, que se entregaba a fondo en el placer de meter hasta cinco goles, se mostraba insaciable, y luego podía dar descanso a algunas de las estrellas. De ahí cuentan que Romário y Stoichkov llegaron a obtener un permiso para viajar antes que acabara el partido por meter goles en el período inicial.

La medicina para los hombres mayores ha ideado una pastillita que satisface sus placeres. El Barça probablemente necesite de un estímulo mayor para mostrarse como un equipo guapo y tremendamente definidor que acabe satisfaciendo al mismo tiempo a todos esos culés que aprovechan un empate en casa de uno de sus peores adversarios para hundirlo en la miseria y proclamar el apocalipsis azulgrana.

La verdad es que como estamos en estas fechas tan especiales y hasta PSOE, Podemos y ERC han logrado “enamorarse” y hacer un trío impensable hace unos días, vamos a seguir deseando que este Barça llegue a las fechas en las que se juega la admiración total con la “trempera” -no hace falta que sea “matinera” como cantaba “La Trinca”- de conquistarlo todo.