El Camp Nou, un estadio que hace tres décadas era la envidia de todos los clubes europeos, envejece de mala manera. La última trasformación se remonta a 1994 y, desde entonces, las actuaciones que se han hecho han sido mínimas. Anecdóticas. En 2007, Joan Laporta ya quiso renovar el coliseo azulgrana y encargó la obra a Norman Foster.

El prestigioso arquitecto británico esbozó un Camp Nou con mucho color y totalmente cubierto. Laporta cifró el coste de la obra en 240 millones de euros, pero su proyecto quedó finiquitado el mismo día que Sandro Rosell ganó las elecciones (2010). Hoy, 14 años después, el campo del Barça sigue igual, o peor, y el abogado barcelonés visualiza una reforma integral que costará mucho dinero. Demasiado.

El nuevo Camp Nou costará ahora seis veces más que en 2007, aunque la obra contempla también la construcción del nuevo Palau Blaugrana. De momento, los socios del Barça no saben exactamente en qué consistirá la remodelación del estadio. Laporta solo ha dicho que el proyecto de Bartomeu ha quedado obsoleto. También ha deslizado que la tercera grada podría ser totalmente nueva, pero poco más.

Las cifras que anunció Ferran Reverter causaron un gran impacto. El pasado miércoles, el nuevo CEO cifró en 1.500 millones de euros el coste máximo del nuevo Espai Barça. Ante la sorpresa generalizada de los periodistas, recordó que los nuevos estadios que se construyen en Europa han costado unos 900 millones de euros de media. El Tottenham, por ejemplo, ha invertido 1.000 millones en un estadio totalmente nuevo. Una cifra similar costará la reforma del Camp Nou.

Laporta necesita el visto bueno de los socios del Barça para iniciar su gran obra. Se sabe que el primer equipo jugará, como mínimo, una temporada en otro campo, posiblemente en el Johan Cruyff, que será ampliado con estructuras provisionales. La opción más lógica sería un traslado al Olímpic Lluís Companys, pero al presidente no le pone mucho lo de subir a Montjuïc, un estadio con mucha más capacidad (unos 60.000 espectadores)

Nada parece lógico ni racional en el Barça de Laporta. La opción de construir un campo totalmente nuevo tendría un coste similar y muchísimas más ventajas y comodidades para los espectadores. No tiene sentido pagar una cantidad tan elevada por una reforma de la que todavía se desconocen muchos aspectos. Hoy, el futuro Camp Nou parece que será el gran pelotazo de Laporta, quien un día se horroriza con las cuentas del club y al siguiente sueña a lo grande. Algo no encaja.