La internauta tribu anti todo lo que genera el Barça actual llenó las redes de lágrimas la semana pasada por el fichaje de un joven japonés, que creció en el Barça y que ahora lo ha contratado el Madrid para su filial. El llanto tuitero también estaba propiciado por la noticia de que finalmente el central holandés De Ligt no sería jugador azulgrana sino que iría al PSG.

En el primero de los casos, el del asiático Take Cubo, se sabe que había una exigencia económica importante por parte de los padres del futbolista. En el caso del holandés se asegura que el defensa del Ajax tenía dudas sobre si en el Barça iba a chupar banquillo o tendría plaza de titular fijo. Cualquier director deportivo de cualquier época del Barça recomendaría inmediatamente rechazar a ambos jugadores.

En un reportaje que escribí hace años para el Magazine de La Vanguardia, en el que entrevisté a las madres de los futbolistas que formaban la columna vertebral del equipo, la madre de Xavi Hernández, María Mercè, contó que hubo una vez que el Milan quiso contratar al jugador amenazó a Joaquín, su esposo, con el divorcio si aceptaba el traspaso. Ella quería y confiaba en ver a su hijo triunfando en el Barça. Lo logró.

Cosas del pasado

Padres así desgraciadamente cada vez hay menos. A los de hoy les interesa el dinero por encima de cualquier otro motivo. El fútbol es un negocio y aquello de jugar solo por amor a los colores ya no existe. No es la primera vez ni la última que un joven que ha recibido educación en La Masia decide, por consejo e interés de sus padres o de sus apoderados, continuar su carrera en otro club. Que les vaya bonito.

La realidad es que el negocio es tan bueno que la pirámide parece haberse invertido. Contaba Andoni Zubizarreta, cuando era el director deportivo del Barça, que cada vez que contactaba con un futbolista para ficharlo la pregunta era: “Pero dónde voy a jugar, si todos ellos son muy buenos”. Y eran jugadores ya con cierto historial profesional. El que quería competir venía. Así llegó Ter Stegen entre otros. Hoy en día, cualquier “pelagato” lo primero que exige es dinero y luego la firma de una cláusula que le asegure la titularidad. No es de recibo.

 Claro que todo esto en ocasiones viene acompañado del cartel que le ponen algunos periodistas. No tardaron muchos en titular “el Barça deja escapar al Messi japonés”. Pobre Take Cubo. Vaya carga han puesto sobre sus hombros. Si fuera un Messi, seguro que los asiáticos, tal como son y como ansían en superar al resto del mundo en todo, ya tendrán a los responsables de la marcha de su fenómeno en prisión. Y, por favor, un respeto para Lionel Messi.