Sobre el papel en las próximas horas la junta directiva del Barcelona, que preside Josep María Bartomeu, tiene que decidir si dimite en pleno o convoca un referéndum en el que se vote la marcha del presidente. Si Bartomeu decide dimitir, todos los miembros de la junta también lo harían, y el club quedaría en manos de una junta gestora, que tendría como punto principal convocar para enero próximo las elecciones a la presidencia.

En principio parece la decisión más coherente y por la que estaba más inclinado el presidente, que de ningún modo contemplaba convocar a los socios a dos votaciones –referéndum y presidenciales- en menos de cuatro meses teniendo en cuenta la pandemia que se está viviendo. Pero entendería perfectamente que Bartomeu decidiera finalmente convocar el referéndum porque desde la Secretaría d’Esports niegan que exista peligro alguno en convocar una votación, y los promotores de la moción de censura creen que lo que pretende la directiva es dilatar el referéndum.

Puede que las advertencias en el día de ayer del Govern de aplicar nuevas restricciones ante el peligro de que Cataluña esté en los próximos 15 días como Madrid calme las ganas de votar que tienen los amigos de la moción de censura, pero ya llegado al punto que se ha llegado, en el que todo vale contra el presidente, yo de Bartomeu decidiría que el barcelonismo, que me eligió en votación, también votara mi marcha.