Los mensajes que circulan sobre la vida privada de las personas a mí, mayormente, me importan muy poco. Y así también lo diferencia y marca el código deontológico del periodismo respetando la privacidad de cada uno de ellos, especialmente, de las personas anónimas. Y dicho esto, también convendremos que es de cajón que, si esta vida privada afecta directamente al buen entendimiento de un hecho noticiable que traspasa a la vida pública será de interés compartirlo.

Y eso pasa en el deporte pero también con el resto de ámbitos informativos. Incluso el de sucesos, ¡como no! Por eso, me sorprende, -o no porque en esta vida ya pocas sorpresas me llevo-, que se ponga el grito en el cielo cuando se habla de cómo están afectando mentalmente a Gerard Piqué sus negocios frustrados y la escasa relación que mantiene actualmente con Shakira.

Si todo ello se mezcla con su día a día profesional, ¿a caso debemos pasarlo de puntillas? ¿Tenemos que volver a ver cómo se silencian las cosas y después estallan por todos los sitios, como en la época de Ronaldinho y sus guateques en Castelldefels? Informativamente afecta al jugador, afecta al equipo y afecta a su rendimiento durante los 90 minutos en el campo. Así que sí, pese a quien le pese, es noticiable y se debe explicar. Por eso felicito el artículo que escribió el periodista y director Víctor Malo sobre la crisis de pareja que atraviesa Piqué. Y si no gusta, sobre todo al entorno azulgrana que quiere silenciarlo o al aficionado más temperamental, es su problema. No el nuestro ni el del periodismo.

El periodismo está para explicar las cosas y el por qué de ellas. Es inconcebible pretender hacer un retrato del descalabro interno del equipo y tirar de especulaciones baratas sin citar el gran problema de concentración que está viviendo uno de sus capitanes. Y por cierto, ya se comentó en esta columna días atrás que Piqué se había pegado la fiesta padre después del ascenso de su Andorra en Barcelona. Pues bien, para que no sea dicho, yo también me callé muchas cosas que sé que informativamente ya son innecesarias para poder retratar un problema. Porque efectivamente hay unos límites en la manera de decir las cosas y puedes ser igual de contundente con tus afirmaciones sin entrar al detalle y herir a los citados. Pero corta me quedé.