Mucho se habla de un concepto que me parece machista pero vino para instalarse en el momento que, a parte de la Pantoja, a la prensa del corazón también le empezaron a interesar los futbolistas. Se trata de las conocidas como WAGs, en inglés remite a las siglas wives and girlfriends.

Se trata de las esposas y novias famosas de los futbolistas que, aunque el término es genérico, se atribuye al deporte de la pelota. Son conceptos arcaicos, pasados de moda en los tiempos actuales, en que estamos marcando el camino para hablar y poner en el sitio que se merece al fútbol femenino. Pero el término WAGs aquí sigue.

Y, más allá de que este produzca mucho rechazo, es innegable que el entorno más próximo influye en el futuro de los deportistas. De entrada, padres especialmente y, en menor, medida madres obsesionadas en hacer gestores empresariales a sus hijos deportistas que pasan del nada al todo y acaban metiéndose en líos fraudulentos y de poca índole. En segundo término, los deseos de unas parejas, mujeres todas ellas actualmente, que después de idas y venidas, cuando están en momentos bajos de la carrera, tiran de sus preferencias e intentan marcar el camino que a ellas les gustaría.

Recientemente, hemos visto cómo Ferran Torres se ha dejado querer, y mucho, fichando por el Barcelona para estar más cerca de su pareja, Sira Martínez, hija de Luis Enrique. En su momento, también vimos cómo Cesc Fábregas se movió primero a Inglaterra y alargó como pudo su estancia para satisfacer los deseos de su esposa, Daniella Semaan.

Y, ahora, algo similar puede pasar con Sergi Roberto. Su representante, Josep Maria Orobitg, ha hecho todo lo que ha podido para alargar su contrato con el club de su vida… Pero hasta aquí ha llegado el crédito que le ha dado el gol de Champions League contra el PSG que, al fin y al cabo, tampoco sirvió para llegar muy lejos.

En estas también anda la esposa de Roberto, Coral Simanovich. Es modelo de fotografía porque su estatura y sus medidas no le permiten desfilar, pero sus aspiraciones para la moda y la nueva vida del influencer le hacen soñar en grande. Se ve más en París, Nueva York… o Londres. Quiere tocar de cerca las grandes marcas y ciudades más enfocadas en el fashion victim. Y siguiendo sus deseos, Roberto cada vez está más cerca de la City que de la Ciudad Condal.